La Reina, doctora 'honoris causa' por la Universidad de Nueva York
Un "apropiado reconocimiento" a su labor humanitaria, dice Clinton
"Es usted respetada y estimada en todo el mundo". Tras escuchar estas palabras del doctor Jay Oliva, presidente de la Universidad de Nueva York, la reina Sofía fue investida ayer doctora honoris causa por una de las instituciones educativas más prestigiosas de EE UU. En su respuesta, doña Sofía dijo aceptar el honor "como reina de una España democrática y moderna, en libertad y reconciliada consigo misma". Para el presidente Bill Clinton se trata de "un apropiado reconocimiento" a las "extraordinarias contribuciones" humanitarias de Su Majestad.
El grado de doctora en Ciencias Humanísticas, honoris causa, que le otorgó la Universidad de Nueva York no es el primero que recibe la Reina de España. Ya posee, entre otros, los de las universidades británicas de Oxford y Cambridge. Pero el de ayer es un poco distinto a los anteriores. Es más personal. El doctor Jay Oliva quiso resaltarlo al concluir su discurso, improvisando unas palabras en las que subrayó que se honraba no sólo el brillante desempeño de un cargo oficial, sino una trayectoria humana."Conozco a doña Sofía", dijo Oliva, "y debo decir que para mí este es un día muy, muy especial". La Universidad de Nueva York y la familia real española mantienen una relación estrecha. La gran universidad situada en la céntrica Washington Square no sólo cuenta con una cátedra llamada Rey Juan Carlos I, sino, desde 1997, con el Centro Rey Juan Carlos I para el estudio de la historia y la lengua española y del conjunto de la cultura hispánica.
En sus aulas, además, la infanta Cristina asistió en 1990 a un curso para posgraduados sobre Instituciones Internacionales. "La jornada de hoy se convertirá", dijo doña Sofía, "en uno de mis recuerdos más preciosos".
En el momento en que a la Reina se le imponía la casulla blanca sobre la toga morada, el decano de la Facultad de Artes y Ciencias, Richard Foley, recordó inevitablemente la fecha crucial del 23 de febrero de 1981, "cuando su majestad supo permanecer firme, con su marido, en defensa de las instituciones democráticas". Pero se destacó que el doctorado honorífico no se entregaba sólo por ese motivo, sino por "su implicación personal en proyectos nacionales e internacionales dedicados a la salud, la educación, la agricultura, la promoción de la mujer" y por su "generosa dedicación" a "causas difíciles, poco glamurosas, como la lucha contra la drogadicción y la defensa de los discapacitados".
A la ceremonia asistieron unas 300 personas, pertenecientes en su mayoría al ámbito de la investigación y la docencia. Se desarrolló en el atrio central de la biblioteca universitaria, un gran espacio abierto de diez pisos de altura entre las cuatro alas del edificio. Decenas de estudiantes contemplaron el acto a través de las paredes acristaladas de las salas de lectura.
Ni el presidente Bill Clinton ni su esposa Hillary asistieron al acto. El presidente se encontraba ayer de gira para recaudar fondos electorales para los candidatos demócratas; Hillary seguía con su campaña para conseguir un escaño como senadora en Nueva York.
Clinton envió una carta en la que decía estar "encantado" por la concesión del honor, "un apropiado reconocimiento a sus extraordinarias contribuciones en la defensa de mujeres y niños en todo el planeta; su decidido apoyo a las artes, la educación y la salud; y a su iniciativa en la vital cruzada contra el abuso de drogas".
La Reina había recibido la noche anterior, durante una cena, el Premio Humanitario 2000 de la Fundación Grameen, por su apoyo a los microcréditos, una iniciativa lanzada en Bangladesh por el economista Muhamed Yunus para ayudar financieramente a los más pobres y permitir que, con acceso a pequeñas sumas de dinero sin necesidad de avales, crearan sus propios negocios.
En la cena coincidió con el presidente electo de México, Vicente Fox. Tras su estancia en Nueva York, doña Sofía viajará a México, donde se entrevistará con el presidente saliente, Ernesto Zedillo e inaugurará la exposición El mundo de Carlos V de la España Medieval al siglo de Oro, que se mostrará en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Tradición hispanista
La Universidad de Nueva York (NYU) tiene una larga tradición hispanista. Entre sus doctores honoris causa, a los que ayer se unió la reina Sofía, figuran el propio rey Juan Carlos, el premio Nobel Severo Ochoa, los músicos Pau Casals y Andrés Segovia, y el historiador Juan Pablo Fusi. El Centro Rey Juan Carlos I se ha convertido, en sólo tres años, en el mayor foco de cultura hispánica fuera de España y los países latinoamericanos y, según el historiador Richard Kagan, ha conseguido "una enorme reputación, gracias a la calidad y la amplitud de su contenido docente e investigador".
La NYU, como se la conoce popularmente, forma parte del paisaje neoyorquino. Sus edificios ocupan gran parte de Washington Square y se esparcen por las calles adyacentes. Pero su vocación es internacional. Más de 5.000 de sus estudiantes son extranjeros, procedentes de 140 países del mundo y cuenta con seis centros de estudio fuera de EE UU. El primero de ellos se inauguró precisamente en Madrid, en 1958.
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