La burocracia amenaza la carrera de 10 astrofísicos de un centro del CSIC

Una decena de investigadores adscritos al Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), algunos de ellos con nueve años o más de formación y trabajo y un brillante expediente, se encuentran sumidos en la mayor incertidumbre. El retraso en la convocatoria de los proyectos, el exiguo número de plazas científicas titulares y la mala planificación en general de los contratos les hace temer por su futuro. Hoy entregarán una carta de protesta al presidente del CSIC.

"Hemos invertido nueve o diez años en la formación, los mejores de nuestra vida, pero ahora vemos que nos dicen que no. ¿A qué nos podemos dedicar fuera del campo específico para el que nos hemos preparado? De pronto ves que tienes que partir de cero". Todos ellos suscriben las palabras de Lucas Lara, un investigador al que, tras cuatro años de beca predoctoral, dos de ayuda postdoctoral y tres más adscrito a un proyecto de investigación sobre radiointerferometría para observar galaxias, la Administración le negó a finales de julio una prórroga.Otros cuatro astrofísicos de Granada, también con alrededor de 10 años de experiencia formativa, se hallan ahora a la espera de que se convoque un proyecto al que poder reincorporarse. Mientras tanto tienen que sobrevivir con una especie de becas puente que concede el propio instituto con cargo a sus exiguos presupuestos.

Los tiempos muertos que han tenido que soportar han sido muchos pues además de la demora habitual en la convocatoria de los proyectos la vigencia de los contratos no coincide con las misiones de investigación. "Los que mejor estamos", explican, "tenemos asegurado a lo sumo un año de investigación. Si no se nos concede ningún contrato más pronto estaremos en la calle", explica José Luis Gómez, director de un reciente estudio sobre agujeros negros que mereció ser publicado en la revista Science.

Otro ejemplo: José María Castro, adscrito a una de las misiones más importantes de la Agencia Europea del Espacio (ESA) en la que participa España, Rosetta, está a la espera de que el Ministerio de Ciencia y Tecnología despeje sus dudas y publique la nueva convocatoria. Isabel Márquez está en una situación similar, y así otros compañeros.

Para colmo, dicen que el proceso de evaluación a que deben someterse en cada una de las etapas de formación no es "objetivo". Afirman que son un misterio los criterios que el CSIC emplea para aprobar o rechazar la reincorporación a un proyecto. "En otros países", señalan, "tras el periodo posdoctoral y la estancia en el extranjero dependes de ti mismo. Puedes trabajar en tu propio proyecto, pero nosotros no tenemos en España capacidad para pedir fondos".

El grupo de astrofísicos no quiere que su protesta se interprete como una reclamación laboral y puntualizan que su objetivo no es convertirse en funcionarios. A lo que aspiran es a continuar con su vocación de investigadores. Aun así no disimulan su disgusto por el escaso importe de becas y contratos. Las becas posdoctorales son de 150.000 pesetas mensuales, sin pagas extras ni Seguridad Social, y la remuneración de los anhelados contratos de reincorporación para doctores equivalen a unas 180.000 pesetas netas al mes.