Curro y Morante, en el destierro
Lo mejor del festival de Andex fue su celebración; lo mejor fue que se llenó la plaza, que fue televisado en directo y que los padres de niños con cáncer han conseguido un buen pellizco para la construcción de una unidad de atención médica, que también podría construir el SAS sin necesidad de festivales.El festival se celebró en La Algaba, una localidad muy cercana a Sevilla, porque el empresario de La Maestranza cerró las puertas de esta plaza a los dos integrantes del cartel, que en la pasada Feria de San Miguel presentaron sendos partes médicos y no torearon. Por lo visto, Canorea no creyó en las dolencias de última hora y, cuando días más tarde, Curro y Morante se ofrecieron para torear gratis a beneficio de Andex, el empresario les respondió que "más verdes las han segao".
Zalduendo / Romero, Morante
Novillos de Zalduendo despuntados para festival, sosos, mansos y descastados; 1º y 6º, nobles. Curro Romero: estocada baja y descabello (dos orejas); metisaca, media ladeada, estocada baja y cinco descabellos (silencio); media delantera y cuatro descabellos (silencio). Morante de la Puebla: dos pinchazos y casi entera (oreja); tres pinchazos y estocada (ovación); estocada trasera tendida (dos orejas y rabo). Plaza de La Algaba, 22 de octubre. Festival a beneficio de la Asociación de Padres de Niños con Cáncer (Andex). Lleno.
Llegó la polémica, y también el peligro de que Andex pagara los platos rotos de una historia en la que no tenía arte ni parte. Pero el empresario se mantuvo en sus trece y los toreros debieron aceptar el destierro en forma de ofrecimiento del alcalde de La Algaba para evitar el desastre final.
Después, el festival no tuvo ninguna historia. Si en una corrida con toros supuestamente íntegros es un milagro que surja la emoción, qué se puede esperar de seis novillos despuntados, feos y de escasas condiciones. Es evidente que Curro y Morante son dos toreros que atesoran arte en estado puro. Pero el arte con el novillito inválido y tonto es, en todo caso, toreo de salón y nunca emoción artística. Ocurre, sin embargo, que los públicos de hoy se lo tragan todo, y no digamos en un festival.
Lo cierto es que Curro Romero emocionó en su primero con un par de verónicas marca de la casa. Después dibujó con la muleta estéticos ayudados y trazó largos naturales muy despegados, pero con su sello inconfundible. A partir de ahí, no hubo nada más; ni el tercero ni el quinto fueron novillos para el toreo de Curro. Ambos desarrollaron brusquedad y violencia y el torero los pasaportó con rapidez. Morante cortó las dos orejas y el rabo del sexto, pero sólo estuvo discreto ante un animal noble al que toreó con soltura por ambos lados, pero en ningún momento su labor fue maciza y medida. Se dejó enganchar la muleta en demasía y le faltó ligazón. Sorprendió al poner banderillas con gran acierto y destacó con el capote por verónicas y chicuelinas. En los otros dos novillos se mostró como un torero envarado, estático, frío y con escasos recursos.
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