Generosidad
Todos los que conocieron al fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, don Luis Portero, coinciden de forma unánime en que era una persona excepcional, tanto desde el punto de vista profesional como humano. A nadie le debe caber duda de ello. Entre sus muchas virtudes está una, la generosidad, quizás una de las más nobles cualidades que adornan la naturaleza humana. Le había manifestado en vida a su familia el deseo de ser donante, este magnánimo hecho es un ejemplo que lo define como un hombre esencialmente bueno y solidario.El comportamiento de los seres humanos es a veces realmente paradójico. Por una parte, está el comportamiento de los bárbaros terroristas que actúan quitando la vida a personas buenas e inocentes que, por otro lado, una vez fallecidos, dan vida a otros semejantes con la donación de sus órganos. Tal vez no exista ninguna paradoja si consideramos que los terroristas no son seres humanos.
Los que nos dedicamos a la Coordinación de Trasplantes somos los encargados de solicitar el permiso a la familia de los fallecidos que pueden ser donantes para proceder a la extracción de los órganos y tejidos. Sólo pueden ser donantes de un 2% a un 4% de las personas que, estando previamente sanas, fallecen en un hospital a consecuencia de una hemorragia cerebral o de un accidente de tráfico, como causas más frecuentes. Es la primera vez -y esperamos y deseamos que sea la última- que un donante andaluz muere por un tiro en la nuca de terroristas de ETA.
Es durísimo aceptar la muerte de un ser querido que fallece de manera imprevista, gozando previamente de una salud excelente y en la plenitud de su vida. Ni que decir tiene que el dolor que percibimos en la familia es desgarrador y en esos tristes momentos (también para nosotros) es cuando hay que solicitar el permiso de la donación. En el caso del fiscal Portero, fue la familia la que, una vez conocida su muerte, se anticipó a nuestra petición, prueba evidente de su gran solidaridad y enorme entereza, dignas de la mayor admiración.
Espero que la familia del señor Portero se vea recompensada en su dolor sabiendo que su muerte no ha sido del todo vana y que, de alguna forma, está generando vida en otras personas. El dolor, que siempre es fecundo, nos enseña, nos une y nos enriquece, nos hace ser más humanos, comprensivos y tolerantes.
En nombre de todo el colectivo de enfermos trasplantados quiero manifestar mi más profunda admiración y agradecimiento a todos los donantes de órganos y a sus familias por su extraordinaria generosidad y solidaridad humana. Constituyen un ejemplo a seguir.- Manuel Alonso Gil. Coordinador de Trasplantes del Servicio Andaluz de Salud de la Junta. Sevilla.
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