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Seúl obtiene el respaldo de Asia y Europa a su acercamiento al régimen comunista de Pyongyang

SeúlEl presidente surcoreano, Kim Dae-jung, recibirá hoy una nueva alegría cuando los principales países asiáticos y europeos den un espaldarazo a su política de reconciliación con el último régimen estalinista del mundo, el de Corea del Norte. Pero su alborozo puede quedar empañado por los violentos choques con los que amenazan los manifestantes antiglobalización a la policía. A partir de hoy se reúnen en Seúl los jefes de Estado y de Gobierno de diez países asiáticos y los de la Unión Europea en una nueva edición de la cumbre Euroasiática.

Protestas radicales

Los mandatarios decidirán, entre otras cosas, adoptar un comunicado en el que darán su solemne apoyo al acercamiento con el régimen comunista iniciado por Kim Dae-jung y que le ha valido recibir la semana pasada el Premio Nobel de la paz.Del texto definitivo de la declaración ha sido retirada, pese a las objeciones de algunos países europeos y de Japón, una alusión a la proliferación de "armas de destrucción masiva" que posee Corea del Norte, como los misiles de alcance medio que ha exportado a Irán, Libia o Siria.

El ministro japonés de Asuntos Exteriores, Yohei Kono, dio la impresión de estar algo decepcionado cuando recordó ayer que el régimen norcoreano "no ha suprimido todavía la amenaza de sus misiles y de desarrollar armas nucleares". "Es importante que la comunidad internacional le urja a adoptar una actitud positiva con relación a estos asuntos". "Japón está preocupado", añadió, porque en agosto de 1998 un misil norcoreano sobrevoló su territorio.

Para ilustrar su respaldo a Kim Dae-jung, el Reino Unido anunció ayer el establecimiento de relaciones diplomáticas con Corea del Norte. Italia ya lo hizo la pasada primavera. En la entrevista que mantuvo con el jefe de Estado francés, Jacques Chirac, Kim Dae-jung le pidió que en tanto que presidente de turno de la UE animase a sus socios -citó a España entre otros- a estrechar lazos con el régimen de Pyongyang.

Comprometido a fondo con la reconciliación, el presidente surcoreano ha dejado incluso caer que Corea del Norte debería incorporarse al foro que cada dos años congrega a los jefes de Estado asiáticos y europeos y que se inaugura hoy en Seúl.

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"Nuestra política consiste en que cualquier solicitud de ingreso debe ser considerada positivamente", declaró Kim a la agencia de noticias surcoreana. Laos, Camboya y Birmania son otros posibles candidatos al ingreso.

Pero el júbilo del presidente surcoreano, que logra congregar en su capital a los principales líderes de dos continentes, puede ser aguado por los sindicatos y los manifestantes antiglobalización que -como hicieron en Seattle, Washington, Melbourne o Praga- se han dado ahora cita en Seúl.

Kim está preocupado y lo ha manifestado por escrito en un artículo publicado ayer por el diario Korean Times: "Si se producen protestas radicales, el país aparecerá como excluyente, nacionalista e insensible a las tendencias de la cooperación en el pueblo global", que es hoy en día el mundo, afirma el presidente. "La impresión negativa que se transmitirá será un elemento desestabilizador de la sociedad coreana y es posible que merme la inversión extranjera".Pero no sólo con buenas palabras ha querido Kim impedir los desbordamientos. La manifestación del sindicato coreano ha sido prohibida, aunque la central KCTU mantiene su convocatoria, convencida de que es un buen momento para que los trabajadores expresen su descontento con la reestructuración industrial en marcha tras la crisis de 1997.

La manifestación organizada por medio centenar de Organizaciones No Gubernamentales sigue estando autorizada. Para hacer frente a ambas, el Gobierno de Seúl ha desplegado en la calle -y hasta dentro del centro de prensa, donde trabajan 700 periodistas- a 29.500 policías, la quinta parte de sus efectivos nacionales, equipados con chalecos antibala, cascos, largas porras de madera y escudos de plástico.

Con vehículos antidisturbios en los principales cruces y sobrevolada por helicópteros de las fuerzas de seguridad, la capital da la impresión de prepararse para una sublevación y no para acoger a una cumbre internacional.

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