Un feliz cumpleaños
Homenaje al esclavo
Compañía Nacional de Danza
Rassemblement: Nacho Duato/Toto Bissainthe. Remansos: Duato/Enrique Granados. Mediterrania: Duato/Jerónimo Maesso, María del Mar Bonet, Peter Griggs, Lissa Gerrard, Brendan Perry, Juan A. Arteche y Javier Paxariño. Teatro de la Zarzuela, 19 de octubre
Diez años de Nacho Duato. El director de la Compañía Nacional de Danza (CND) ha lucido las mejores galas artísticas, los gucci y los prada de su repertorio coreográfico, para celebrar sus 10 años al frente de la compañía. Esta fiesta bien merecía unos trajes de lujo. Ya habrá tiempo para la ropa de baratillo -no olvidemos que de todo hay en el ropero-.Este primer programa muestra tres actitudes creativas, tres formas de compromiso. El Duato más humano, en Rassemblement; el Duato más apasionado, en Remansos, y el Duato más terrenal, en Mediterrania. El espectador puede disfrutar durante unos días (el primer programa finaliza el 29 de octubre) con dos momentos cumbre en su trayectoria como coreógrafo: el desgarrador paso a dos de Rassemblement -emocionante la interpretación de África Guzmán y Patrick de Bana, anoche, en el estreno- y la escenificación de las palmeras en Mediterrania.
El baile de Duato
Las cadenas de Rassemblement (1990) atan al esclavo haitiano. Mordaza y tormento. El sentir de un pueblo entregado al vudú, el canto de unas gentes perseguidas y anuladas, acompañan esta oda en defensa de la dignidad y los derechos del hombre. La pieza muestra la cara más comprometida de toda la creación de Duato -sin olvidar la tragedia del holocausto plasmada en Lamento-.La bailarina Yoko Taira merece un punto y aparte. Su actuación devuelve la fe en la danza: ella nos obsequió con unos momentos de arte total -la ocasión merece rescatar la expresión de Wagner-.
Una rosa roja enciende la pasión en Remansos (1998). Amor y poesía. Duato traza líneas y esculpe formas con unos cuerpos en un movimiento perpetuo. El lirismo y la poesía de la música de Enrique Granados hacen bailar hasta a los espectadores en este laberinto emocional. Un apasionante enredo -¿quién ama a quién?; los hombres a las mujeres, los hombres a los hombres... y sigan ustedes con todas las combinaciones posibles- protagonizado por seis bailarines a los que les faltó una pizca de sutileza a la hora de interpretar una música tan maravillosa.
Vientos de Levante soplan en Mediterrania (1992). Con la puesta en escena del zumbido del aire, el sonido del agua, el aura del fuego y la fuerza de la tierra -los cuatro elementos donde los filósofos encontraron el origen de todas las cosas, el argé, en el siglo V antes de Cristo- el artista rinde homenaje a sus raíces valencianas. Reconocimiento y respeto. Así resumió Duato el espíritu de esta coreografía hace años: "He tratado de pelar la naranja hasta llegar a la pulpa".
Nacho Duato bailará algunos días durante este mes de actuaciones (el segundo programa con Synaphai, Arenal y Tabulae comienza el 2 de noviembre). Su presencia en esta celebración está más justificada que nunca. Él fue, en los difíciles primeros años, el mejor reclamo para los espectadores. Por cierto, desde estas páginas nunca censuramos su condición de bailarín (EL PAÍS, crítica del 14 de septiembre). Dijimos: "La presencia activa de Duato limita casi siempre las posibilidades del grupo". Un ejemplo: ¿cuántos bailarines de la CND conocen ustedes? Poquitos, ¿verdad? Los aficionados de Londres, París, Nueva York o La Habana recitan de memoria los nombres de la primeras figuras e, incluso, de las jóvenes promesas del cuerpo de baile. Aquí, los artistas están totalmente eclipsados por la estrella de su director. A esto nos referíamos. Duato para reivindicar su condición de bailarín-director citaba el pasado viernes en El País de las Tentaciones las carreras de Núreyev y Béjart. Bien. Ellos han sido, son y serán unos mitos de la danza. Los mitos carecen de límites temporales y espaciales: son eternos y universales. Pero sucede que él ni es Núreyev, ni es Béjart. Ni se les parece en nada. Sea como fuere, feliz cumpleaños.
Babelia
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