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¡Qué pereza!

EDUARDO URIARTE ROMEROEl cambio generacional ya se ha realizado. Euskal Herria no se ha rendido como Cataluña, no se ha integrado en el sistema constitucional y democrático, no se ha integrado en España. Los que dirigen la lucha armada no son hijos de una dictadura, ni de la represión arbitraria, ni de los estados de excepción, ni de la escuela ni Iglesia franquistas. Son hijos del sistema democrático, crecidos en la autonomía, con el euskara como lengua en el sistema educativo, gozando de unos servicios públicos que ya los quisieran el resto de los españoles.

Demasiado se ha hecho mal para este resultado. Los de la generación de la Dictadura, la mayoría, calificados de pusilánimes, traidores, renegados y conversos, típicos apelativos usados por todos los fascistas en el mundo, pasan miedo, sufren atentados, algunos caen, otros se salvan por los pelos, y otros se exilian.

Los "combativos" de ahora, mucho más convencidos de su razón que los rebeldes del franquismo, contestarán que ésta no es una auténtica democracia, que nunca se ha sufrido más en Euskadi, (y en cada ocasión el PNV les dará la razón denunciando agravios y más agravios y llenando las jóvenes almas de sentimiento victimista) y llegarán a decir, a poco que escuchemos pacientemente, que con Franco era mejor, al menos las cosas estaban más claras. No es de extrañar que el Gobierno francés no quiera ni oir hablar tan siquiera de departamento vasco después de tan cruel fracaso en la autonomía vasca aquende los Pirineos.

Es evidente que la culturización nacionalista de la sociedad vasca no sólo no ha servido para desmovilizar la violencia sino, por el contrario, se puede constatar también que el acceso de la nueva generación de dirigentes del PNV a su cúpula, que tampoco conocieron los heroicos tiempos del Caudillo, ha supuesto una evidente radicalización de este partido y el acercamiento político e ideológico a la organización militar ETA.

Pero no caigamos en la injusticia de culpabilizar a los jóvenes, éstos sólo constatan una realidad, los viejos de su partido que han sobrevivido en la dirección son los grandes magos de esta operación: la perpetuación del nacionalismo en la promoción de una evolución radicalizadora y rupturista. ¿Y si sale mal?, operación de aparente marcha atrás, culpabilización a los medios y a los críticos de forjar "el pensamiento único", enorme sarcasmo, cuando en Euskadi simplemente pensar diferente resulta peligroso, y convocatoria frente a ETA.

Convocatoria frente a ETA sin aditivos políticos, cuando es la política, el marco jurídico liberal adoptado, la que garantiza en Europa la paz, ofreciendo el lujo y la posibilidad de discursos bienintencionados de abstracta moralina que huyen del compromiso político.

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Todo ello en el marco de la más perversa confusión, desde la confusión del lenguaje a los hechos. Es tal la pereza, y el temor de volver a ser engañados, yendo a la convocatoria de manifestación del lehendakari que da ganas de no ir.

La convoca el lehendakari de Lizarra, la hace el lehendakari de la minoría y en maniobra de marcha atrás, mientras su partido en marcha adelante se va a Hendaya a recordar a Europa la existencia de un conflicto político, legitimando el conflicto, y de paso a ETA, y volver a declarar el anhelo de la unidad de acción nacionalista tras el desastre de Lizarra cuyas consecuencias los de siempre pagan. ¡Qué pereza!. Hasta que el nacionalismo moderado no descubra que su discurso político tiene su continuación consecuente en ETA no habrá posibilidad de encuentro estable con éste.

En estos momentos existen prioridades, y la primera del lehendakari es fortalecer el Gobierno, el Parlamento, así como todas las otras instituciones vascas, más que sacar la gente a la calle cuando no deja la gente de salir convocada por otros. Fortalecer las instituciones, bien si él puede, o dando la posibilidad a que lo hagan otros.

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