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Un estudio culpa a los políticos de la confrontación entre los catalanes y el resto de los españoles

Un estudio sociológico basado en la opinión de 214 observadores culpa a los políticos de provocar y acrecentar la confrontación entre Cataluña y el resto de España, y viceversa, a base de explotar cuestiones controvertidas como la lengua o el nacionalismo. Según el informe, estas "líneas de fractura" no existen en las relaciones interpersonales. La investigación demuestra que siguen vigentes los estereotipos en la percepción que los ciudadanos de ambas comunidades tienen unos de otros, pero que la opinión mutua es "favorable y positiva" de forma mayoritaria.

Este informe, coordinado por el profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Arango, y encargado por la Generalitat de Catataluña, se ha elaborado a partir de 28 reuniones con grupos de entre seis y ocho personas de Cataluña y del resto de España. En total, han sido consultadas 214 personas a las que se ha preguntado sobre su actitud, imagen y opinión respecto a ambas comunidades.La mayor parte de los consultados opina que, más allá de la existencia de realidades diferenciadas entre ambas sociedades, son los políticos quienes se aprovechan de esta diversidad para fomentar la confrontación de los ciudadanos. Para los españoles, las cuestiones divisorias son tres: "la lengua, el nacionalismo separatista y los privilegios económicos". Por parte de los catalanes, las diferencias son las mismas, aunque formuladas en términos contrapuestos: "la incomprensión y freno al propio desarrollo lingüístico y personalidad nacional y la existencia de agravios económicos".

Estas "líneas de fractura", según se definen en el estudio, tan sólo existen en la "esfera política o pública", pero no en las relaciones "interpersonales entre los ciudadanos". No obstante, el hecho de que los encuestados responsabilicen a los políticos de estas diferencias, "facilita su resolución" ya que existe una predisposición de ambas comunidades a mejorar el conocimiento recíproco.

Esta voluntad de acercamiento predomina más entre los catalanes, ya que tan sólo una minoría percibe un situación de conflicto con el resto de España. Asimismo, creen que la imagen de Cataluña mejoraría con un mayor conocimiento de la realidad social y política de esta comunidad autónoma. Sin embargo, la mayor parte de los españoles se inclina por viajar a Cataluña pero no por instalarse y vivir allí, sobre todo por razones "lingüísticas".

En líneas generales, el estudio demuestra que los catalanes se sienten incomprendidos por el resto de españoles y que éstos, a su vez, se sienten menospreciados por aquéllos. Pero todos ellos tienen una percepción favorable de sus vecinos, no exenta de tópicos y estereotipos.

Todos los encuestados coinciden en señalar que, aunque tanto catalanes como españoles pertenecen a un mismo conjunto plural, existen profundas diferencias entre ellos. Las diferencias son, por este orden: la lengua, la manera de ser de los ciudadanos, la realidad económica y las especificidades políticas.

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Riesgo de fractura

A pesar de estas coincidencias, los españoles muestran cierta preocupación por el hecho diferencial catalán y por que los catalanes no expresen muchas veces su pertenencia a "un mismo conjunto", es decir, a España, extremo al que atribuyen un "potencial fragmentador". En este sentido, el estudio sostiene que "los españoles ven a los catalanes como diferentes, pero llevan mal la idea de que, más allá de serlo, quieran serlo. Por su parte, los catalanes desean sobre todo que se reconozca ese ser diferente, más que desear intensificarlo".

Las suspicacias o recelos que se aprecian entre los catalanes y el resto de españoles son de carácter reactivo, de manera que los primeros sienten más bien simpatía hacia los segundos pero esta actitud se atenúa por el hecho de sentirse "incomprendidos, mal conocidos e injustamente valorados". Mientras, en el resto de España se ve la voluntad diferencial de los catalanes como "una manifestación de menosprecio".

En la mayoría de ocasiones, la admiración recíproca despierta sentimientos contradictorios. Así, mientras los españoles destacan que los catalanes tienen la virtud de "saber unirse", también precisan que esto les lleva a ser "insolidarios y gremialistas". O que su mayor desarrollo económico ha sido consecuencia de la "inmigración o de ciertos privilegios". O que su mayor europeísmo provoque que sean una "comunidad encerrada en sí misma".

Las diferencias entre Cataluña y el resto de España también provoca ciertas controversias entre las respectivas sociedades. La posición económica "más ventajosa" de Cataluña es vista por los catalanes como un signo negativo, ya que provoca "mayor presión fiscal". Asimismo, mientras los catalanes subrayan la existencia en Cataluña de partidos nacionalistas o el talante "mayoritario de izquierdas", en el resto de España se censura la "mayor capacidad de influencia sobre el poder central" o que Cataluña disfrute de más autonomía.

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