Madrid y la limpieza

Quien no viva en Madrid y escuche las declaraciones del excelentísimo señor alcalde-presidente José María Álvarez del Manzano pensaría que los madrileños vivimos en una ciudad idílica.Tras 45 años de experiencia puedo decir que el señor alcalde-presidente no pasea mucho, ni poco, por las calles y los barrios madrileños, aunque no desconoce su problemática.

Siendo vecino de un distrito, Retiro-Mediodía, no precisamente periférico, compruebo tristemente que el dinero, espero que sea poco, empleado en la limpieza de calles se está tirando a la basura, reciclable, eso sí.

Los aparatos, artilugios y herramientas adquiridos por nuestra área de limpieza anonadan por su altísima tecnología: una especie de "soplador" es el motivo de esta carta.

En otras ciudades, ese diabólico aparato es usado por parques y jardines para concentrar la hojarasca sin dañar el césped y facilitar al trabajador la tarea en situaciones de humedad excesiva de los restos arbóreos, pero aquí, en Madrid, somos más chulos: lo empleamos para todo, y que Dios te pille confesado si vives en un bajo o entresuelo y tienes las ventanas abiertas; el polvo y restos de arena levantados por el dichoso aparatito acabarán colgados de la lámpara del salón.

Señor alcalde-presidente: Madrid no es la urbanización donde usted vive, no es la plaza de la Villa, donde usted trabaja, ni siquiera es la calle de Génova, donde sus compañeros de partido lideran este país; todos esos sitios enunciados sí que están, y no con el dichoso aparato de "marras", sino con "cochecito regadera-aspirador", no vayamos a manchar los oscuros trajes de marca de sus amigos.

La limpieza en esta ciudad es un acto de locos: se riega después de haber llovido, se barre tras pasar el camión de riego y se está días y días sin pasar por calles el escobón, aunque sea mal. El ciudadano puede ser un "adán" y manchar en exceso, pero ése no es motivo para no limpiar.- Javier Carlos Pastor Rodríguez.