_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Silencio

José Luis Ferris

Todos los crímenes son innecesarios, pero, si se trata de afinar en la afirmación, añadiré que unos resultan más inútiles que otros. La lista de víctimas de ETA ha alcanzado la cifra, desde su creación allá por 1968, de 794 asesinatos. El último ha sido el del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Luis Portero. De igual modo, otras muertes, sólo en apariencia menos dramáticas, asolan las costas andaluzas cada vez que una patera zozobra y vuelca en plena travesía. La bomba lapa y la bala en la cabeza tiene tan poco sentido como perecer sin remedio entre las aguas del Mediterráneo con el cuerpo hinchado y la mirada ciega. Entiendo que ambos casos no son comparables, pero si la sinrazón del nacionalismo fanático y homicida resuelve su locura matando por la espalda, no menos triste es dejar morir a esos desposeídos de piel oscura que acaban en una playa como peces abatidos. La consecuencia es cruel y vergonzante: el reconocimiento y el luto apresurado para unos; el olvido y la indiferencia para otros. El miedo y la impotencia, la intolerancia y el odio son una auténtica mordaza que nos aleja irremediablemente de la felicidad. Sami Naïr, eurodiputado francés y autor, junto a Juan Goytisolo, del libro El peaje de la vida, nos recordaba el pasado lunes las letales consecuencias del terrorismo y de la xenofobia: "Es lamentable que los intelectuales no puedan hablar con libertad en el País Vasco ni presentar un libro sobre la inmigración en El Ejido". Hacerlo sería un verdadero acto de provocación o de imprudencia que muchos -quiero pensar que sólo unos cuantos- jamás perdonarían. Pero el silencio es un precio muy alto y la libertad un bien demasiado valioso como para dejar de usarlo. En esto le doy toda la razón a Savater: como siempre, la solución está en la educación y en las escuelas. Castigando a la kale borroca o encerrando a unos cuantos racistas miserables no se acaba con el problema del coche bomba o de los cuerpos que se pudren en la arena de una playa. Es una lenta tarea que los políticos nacionalistas y los gobiernos implicados han de comenzar mañana, nada más levantarse, cuando oigan el despertador y salgan de ese sueño que envilece e ideotiza.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_