Los riesgos de un gas con 'doble vida'
Cuestión de altura. El ozono que se genera en la estratosfera, por encima de los 12.000 metros de altitud, protege la tierra de la radiación excesiva de los rayos ultravioleta; por eso, los científicos están preocupados por los agujeros que se producen en esta capa, sobre todo en la Antártida. Frente a ese ozono benéfico existe otro nocivo: es el que se genera a baja altura, en la troposfera. El ozono troposférico se forma, especialmente en verano, por la reacción que produce la radiación solar sobre los óxidos de nitrógeno y los productos de combustión de los hidrocarburos, sustancias que proceden generalmente de la combustión de gasolina o gasóleo y son emitidas por los automóviles. "Es una contaminación típicamente urbana, cuya fuente principal son los coches", explican en el departamento de Geofísica y Meteorología de la Universidad Complutense. "Por encima de ciertos niveles, ese ozono provoca dificultades para la respiración e, incluso, daños en los tejidos pulmonares", añade la citada fuente.
"El problema incide sobre todo en la periferia de las grandes ciudades. En las zonas céntricas se produce ozono pero no se mantiene, porque lo destruyen otros contaminantes que generan los coches. En cambio, el gas tiende a acumularse en lugares con menos tráfico", explican en la Complutense. Según los datos que manejan, ciertas zonas de las periferias de Madrid y Barcelona son los lugares más afectados.
El año pasado, en la Comunidad de Madrid se superó en más de 60 ocasiones el umbral de aviso (180 microgramos por metro cúbico como valor medio en una hora) que obliga a informar a la población. Con ello se pretendía que los niños, los ancianos y los ciudadanos con problemas respiratorios evitaran salir a la calle. Esa situación llevó a siete ayuntamientos de la periferia este y sur a pedir al Gobierno regional que la capital tomara medidas para reducir el tráfico.
En la provincia de Barcelona, la localidad de Vic (a unos 70 kilómetros) figura entre las que han llegado a alcanzar niveles más altos: en 1998 se registraron 244 microgramos por metro cúbico, un índice que según la futura directiva entraría dentro del nivel de alerta (fijado en 240 microgramos).
Las altas concentraciones de ozono también provocan daños en la naturaleza, sobre todo en cultivos como el tabaco, y en árboles de hoja frondosa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.