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LA OFENSIVA TERRORISTA

ETA hace estallar un potente coche bomba a 40 metros del lugar del asesinato de Luis Portero

No fue una matanza de milagro. A las cinco en punto de la tarde, dos horas y media después de cometido el atentado contra Luis Portero, a 40 metros escasos de donde había sido tiroteado, estalló el coche bomba que los terroristas habían utilizado para desplazarse hasta Granada. La explosión, que no causó heridos, se produjo apenas unos minutos después de que la Policía hubiera levantado el cordón de seguridad y restablecido el tráfico en la calle Rector Marín Ocete.El coche bomba, un Renault 19 con matrícula SE-7495-CF, estalló en la calle Rector Jaime García Royo, un callejón sin salida perpendicular a la calle en donde se encuentra la vivienda de Luis Portero, y en donde, en ese momento, estaban concentrados varios centenares de personas. El caos y el pánico se apoderaron de la gente, que fue inmediatamente dispersada por la policía entre gritos y carreras aterrorizadas. El hecho de que el coche hubiera sido colocado en un callejón apenas transitado evitó una verdadera carnicería. Según fuentes policiales, la bomba había sido colocada para borrar las huellas de los periodistas y servir de trampa mortal contra los artificieros.

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Se da la circunstancia de que agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado habían estado inspeccionando todos los coches de la calle Rector Marín Ocete desde las 14.21 horas, momento en que se cometió el atentado contra Portero. Justo a las 16.35 se dio por asegurada la zona y se retiraron los cordones policiales. A las 17.00 horas estalló el coche. El terror y la indignación eran visibles en todos los presentes.

Daños en cristales y fachadas

El capó del vehículo, de color blanco, saltó a la altura de un sexto piso. La deflagración provocó daños en las fachadas de los dos bloques próximos. La explosión, tremenda, hizo temblar el suelo y los cristales saltaron por los aires. Luego, una densa columna de fuego y humo se alzó por encima de los bloques de pisos.A partir de ese momento se volvió a establecer un cordón policial mientras agentes, bomberos y perros adiestrados de la Guardia Civil volvían a registrar toda la zona. A última hora de la tarde aún no había podido precisarse la cantidad ni el tipo de explosivos que los terroristas de ETA habían empleado, y que habrían tenido un efecto mortal si alguien se hubiera encontrado a una decena de metros del vehículo. Casualmente, era en la calle del coche bomba donde la policía había fijado el límite de seguridad, y en donde, hasta que se permitió el paso, se había congregado toda la gente.

La deflagración se produjo justo en el momento en que los bomberos estaban limpiando el enorme charco de sangre que había en el portal de la casa de Luis Portero.

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El tráfico, más denso ayer en Granada que otros días, había sido restablecido en la calle en que vivía el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y era abundante el número de estudiantes que estaban concentrados por la zona, ya que la residencia de Portero se encuentra frente a los diferentes campus universitarios. La sensación entre los granadinos, ayer, era la de absoluta inseguridad. "La muerte nos llueve por todas partes", decía un vecino del jurista madrileño asesinado.

A las 18.45 horas, una grúa de la policía retiró el coche bomba, que había provocado considerables destrozos en otros coches aparcados y en los inmuebles próximos. Los agentes interrogaron a una mujer aparcacoches que había ayudado a los terroristas a aparcar el suyo, pero que no pudo aportar ningún dato sobre el aspecto de los asesinos.

Granada era ayer un verdadero caos. El tráfico quedó completamente colapsado en el centro de la ciudad y el miedo y la inseguridad eran patentes entre una población que ha visto cómo el miedo de ETA se ha instalado en el sur del país. También era visible la indignación entre los ciudadanos, que de manera improvisada decidieron echarse a la calle para expresar su repulsa por el asesinato y los métodos de ETA.

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