Para avanzar
Siento vergüenza sólo de pensar que tenga que exponer públicamente mi curriculum de coherencia democrática y las iniciativas que vengo desarrollando a favor de la cultura de la paz y contra la pena de muerte. Pero quiero seguir trabajando por mi ciudad, aunque sea desde la cuerda floja en que se ha convertido la heterodoxia, en un país que sólo acepta la política de brocha gorda, del blanco o negro, del conmigo o contra mí.El terrorismo y la violencia lo contaminan todo, de modo que la rabia y las respuestas más coyunturales priman sobre la necesaria reflexión y el debate político del qué hacer a medio plazo. Y en ese estado de cosas, algunos ciudadanos nos sentimos atrapados entre quienes justifican, o cuando menos no acaban de rechazar, las acciones de ETA, y aquellos otros que consideran que frente a los anteriores sólo cabe una actitud encajada en un pensamiento único que, no conforme con nuestra condena de los actos terroristas, nos exige posicionarnos también inequívocamente ante planteamientos estratégicos y electorales susceptibles de no ser compartidos en su totalidad. Y como quiera que la dinámica de la violencia protagoniza trágicamente la vida política y condiciona cualquier movimiento, se corre el riesgo de que se consoliden desde los extremos planteamientos de frentismo político que no presagian nada bueno.
Yo reclamo, con todas las consecuencias democráticas, el respeto a la Euskadi plural, y considero que desde el actual clima de confrontación política entre partidos, intensificado a raíz del Acuerdo de Lizarra, caminamos directamente hacia la fractura de la sociedad vasca.
Hay un fanatismo excluyente que mata, y por otro lado se produce, como reacción natural, un comportamiento que simboliza el coraje social y el rechazo de cada vez un mayor número de ciudadanos ante las situaciones de acoso y persecución, pero que puede ser aprovechado por quienes desean cultivar el germen de la intolerancia en contra del legítimo pluralismo en las ideas.
Lo digo porque estoy asistiendo, asombrado, a un proceso político de linchamiento moral. Una auténtica caza de brujas donde todo vale para algunos personajes del periodismo. No seré yo quien utilice la descalificación personal sobre ellos y, en coherencia con mis convicciones, reitero mi condena de cuantos atentados contra personas, bienes y medios de comunicación se producen casi diariamente. Amo tanto la libertad porque me permite ser coherente con mis ideas sobre las soluciones al problema vasco desde la izquierda y defendiendo siempre la democracia, sin ser sometido al permanente linchamiento moral de quienes legítimamente no comparten mi pensamiento.
He pedido disculpas a quienes se sintieron dolidos por mi ausencia en la manifestación del ¡Basta Ya!, en una semana repleta de concentraciones en las que estuve presente, y he afirmado también que, de haber estado en mi ciudad, mi participación se hubiera dado, aun no compartiendo algunos extremos del comunicado de convocatoria.
Pero también he recordado que, como dice Gesto Por la Paz, "el mayor valor de una respuesta social que sea expresión sincera, próxima y directa de solidaridad hacia las víctimas, que sienta como propio y colectivo el ataque a la libertad sufrido por algunos de sus miembros (...), será sin duda su carácter integrador y plural. Es un derecho de las víctimas que esas manifestaciones de solidaridad constituyan un espacio público y plural donde la comunidad les muestre su total apoyo sin la interferencia de los planteamientos partidistas".
Como alcalde estoy entusiasmado por impulsar nuevos proyectos para San Sebastián que generen ilusiones colectivas en estos momentos duros, en los que muchos donostiarras no ven la salida de este largo túnel. Y tengo el convencimiento de que desde cualquier posición extrema no se obtendrán las respuestas necesarias para superar con audacia una situación tan trágica.
No quiero perder la esperanza porque quedan muchas cosas por hacer desde el campo de la democracia. Desde el mejor funcionamiento del Estado de derecho a las iniciativas para educar en valores éticos a los ciudadanos más jóvenes, la eliminación de las descalificaciones sistemáticas entre los partidos vascos y su sustitución por el ejercicio del diálogo, así como la generosidad intelectual a la hora de abordar y consensuar las mínimas bases de solución política de un difícil problema que nos está desbordando a todos.
Detrás de lo que algunas amigas defienden como la única respuesta posible a la situación -la firmeza institucional frente a los violentos y el hostigamiento al nacionalismo de todo tipo-, observo contradicciones y el reforzamiento de los esquemas más antidemocráticos en la llamada izquierda abertzale.
Lo cierto es que algo se está moviendo en el interior de ese mundo tan cerrado, y especialmente en sectores de la intelectualidad democrática y euskaldun firmantes del manifiesto El silencio no es cobijo. Así mismo, el último manifiesto suscrito por 800 militantes y gentes de HB diciendo a ETA que "la ausencia de lucha armada contribuirá al diálogo" es un dato a tener en cuenta. Y desde el pretendido laboratorio de ensayos democráticos, es obligado estudiar y sondear iniciativas inteligentes que permitan a la política con mayúsculas recuperar el protagonismo.
Odón Elorza es alcalde de Donostia-San Sebastián.
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