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GOLPE AL PROCESO DE PAZ

La comunidad árabe de Israel registra siete muertos tras sumarse a la Intifada palestina

La comunidad árabe de Israel -un 18% de la población- se ha incorporado a la revuelta palestina y ha provocado la alarma y el desconcierto del Gobierno de Ehud Barak, que se enfrenta al espectro de una guerra civil en el interior de su propio país. Las protestas de los israelíes árabes se generalizaron ayer en la región de Galilea (norte), donde se registraron siete muertos. Mientras, continuaban las manifestaciones en Cisjordania y Gaza, donde las tropas israelíes volvieron a recurrir a las armas pesadas, como carros de combate, helicópteros y misiles, y dejaron al menos diez víctimas mortales.

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Desde que se iniciaron los incidentes, hace cinco días, la Intifada supera la cifra de 50 muertos, entre ellos un policía y un soldado israelíes (éste último fue abatido ayer), y 1.300 heridos. Los llamamientos internacionales de paz parecen no tener ningún eco.La revuelta ha llegado al corazón de Israel. La comunidad árabe se sumó ayer de lleno, por segundo día consecutivo, a la revuelta palestina, decretando una huelga general y saliendo a la calle.

La violencia se desató principalmente en las poblaciones árabes de Galilea, en el norte de Israel, con Um El Fahem a la cabeza, pero salpicó también a otras localidades más alejadas, en la costa, como la propia Haifa o el casco antiguo de la histórica San Juan de Acre, la capital de los cruzados.

Los manifestantes se enfrentaron también con piedras a la policía, al tiempo que apoyaban con sus gritos la causa palestina y se rebelaban contra su propia situación de discriminación: vinculados a Israel, aunque como ciudadanos sospechosos y de segunda categoría.

Las movilizaciones de los árabes israelíes -un millón de ciudadanos del Estado de Israel- han desconcertado al Gobierno de Ehud Barak, que ha prometido establecer un diálogo inmediato con los dirigentes árabes para tratar de mejorar su programa anual de ayudas. Las promesas de Barak no han impedido que, sin embargo, su ministro de Seguridad Interior y responsable en funciones de Exteriores, Shlomo Ben Ami, amenazara ayer a los revoltosos de casa con mano tan dura como la que viene aplicando a sus "hermanos palestinos".

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"Los motines de los árabes israelíes ponen en peligro la existencia misma del Estado de Israel", ha advertido alarmado el diputado nacionalista del Likud Silvan Shalom, sumándose a las condenas de la clase política judía, que asegura que para los árabes israelíes hay una vía democrática: el Parlamento de Jerusalén, donde están representados con cinco diputados.

La sublevación de la comunidad árabe israelí supone un nuevo frente de guerra para el Gobierno de Tel Aviv, que continuó ayer utilizando armamento pesado contra los jóvenes palestinos, especialmente en Gaza, Ramala y Nablús. Los helicópteros de combate sobrevolaron durante todo el día estas tres ciudades, disparando ráfagas de ametralladora, misiles o bombas de gases lacrimógenos. Estos ataques aéreos fueron especialmente virulentos en Gaza, donde se bombardearon con misiles dos edificios de viviendas, previamente desalojados, que se levantaban en las cercanías del asentamiento judío de Netzarim y en cuya acción resultaron heridas ocho personas.

Los llamamientos a la calma, encabezados por el presidente norteamericano, Bill Clinton, no parecen surtir efecto sobre ninguna de las dos partes. Sin embargo, la Casa Blanca consiguió al filo de la media noche de ayer que Yasir Arafat y Ehud Barak se encuentren cara a cara, en un intento de hallar una solución al conflicto, al tiempo que poner en marcha los mecanismos necesarios para que no vuelva a repetirse este tipo de enfrentamientos. La reunión tendrá lugar mañana en París y la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albrigth, estará junto a los dos líderes. "Es muy importante que las dos partes hagan todo lo posible para que cese la violencia", afirmaba ayer Albright desde París .

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