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El hospital maternal Virgen del Rocío sufre hacinamiento de pacientes y empleados

Las mujeres embarazadas, las que aspiran a estarlo, las menopáusicas, las que acuden a una exploración ginecológica rutinaria, las que deben hacerse las curvas de glucemia, las pendientes de una exploración oncológica... Una media de 150 mujeres pasan a diario por el laboratorio de extracciones de sangre del hospital maternal, en el Virgen del Rocío (Sevilla), y observan las deficiencias y la falta de personal de un centro que es referente de calidad en Andalucía.

Un hospital que presume de ser el primero de España por el número de actos médicos, y un referente para Andalucía por la alta cualificación de sus profesionales y por la dotación tecnológica, no parece lógico que mantenga tales "puntos negros". Ni las usuarias ni las profesionales que trabajan en el laboratorio de extracciones del hospital maternal (no quieren dar su nombre) comprenden cómo se sigue manteniendo este servicio en un espacio "a todas luces insuficiente" y en el que, "literalmente", están "como sardinas en lata". Además, desde los sindicatos critican -CC OO ha denunciado la situación varias veces- las malas condiciones higiénicas del lugar.Son sólo una enfermera y una auxiliar. Entre ambas llevan el peso de la extracción de sangre en el maternal. Aunque en el organigrama de plantilla aparecen dos personas por cada puesto. "Pero entre los descansos, las necesidades del área y el absentismo laboral, no siempre se pueden cubrir todos los puestos del servicio", informan fuentes de la dirección de Enfermería que, a su vez, reconocen que "sí es cierto que la enfermera y la auxiliar están muchas veces solas".

La enfermera encargada de extraer la sangre trabaja encajonada, sobre un incómodo taburete, entre la mesita sobre la que se acumulan los frascos, las jeringuillas, el algodón, el alcohol... y la pared. Así ha de permanecer varias horas. "Pueden ser dos, tres o cuatro horas, depende de los días", explica. Con todo, lo peor no es esa postura rígida que debe mantener y en la que, prácticamente, no puede revolverse; lo grave, y asombroso por lo insólito, es que si quiere que una embarazada, por ejemplo, se siente cómodamente mientras le extrae la sangre, ha de subirse la mesa a los muslos. Aun así, el espacio será tan escaso que ha de echarse hacia atrás donde un fluorescente le rozará el cogote, con el consiguiente riesgo de que se rompa y le abrase la cabeza.

No es una fábula lo que se cuenta de este servicio de extracción sanguínea del hospital maternal del Virgen del Rocío. Los ocho metros cuadrados, troceados por tabiques, en los que intentan moverse al mismo tiempo no menos de media docena de personas, albergan, además, lavabos, una camilla para que se recuesten las pacientes que se marean, un par de sillas y algunos estantes. Desde fuera se oyen las voces de las que hacen cola y esperan. "Yo, hoy, llevo dos horas aguardando a que me pinchen", afirma María Fernández, una joven embarazada, a la que han de hacerle, además, las curvas de glucemia y, por consiguiente, deberá pincharse cuatro veces a lo largo de la mañana.

"Y cuando alguna mujer llega revuelta y vomita al pincharla", narra ahora la auxiliar, "hemos de trasladar los utensilios, con mesa incluida, un par de metros más allá, ahí, al rincón". Eso, si no se decide suspender temporalmente el servicio hasta que llega la señora de la limpieza, debido a lo "complicado y caótico" de la situación. "No comprendemos cómo puede prolongarse año tras año una situación como ésta", afirma, ahora, Silvia Tormo, de CC OO.

En la dirección del hospital se justifican: "Estas son unas obras que tenemos previsto realizar desde hace tiempo. Casi con toda seguridad, la adecuación del espacio y la mejora del laboratorio de extracciones se hará el primer trimestre del año que viene", precisa Juan Mellado, director del maternal. Mellado reconoce que la situación de este servicio "no es la más conveniente", y justifica el retraso de las obras porque "había otras áreas del hospital que requerían reformas más urgentes".

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