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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Wen Hoo Lee y Jesús Gil

El martes pasado, The New York Times publicó un texto de la dirección del periódico en el que pide disculpas a sus lectores por las informaciones que ha publicado sobre el científico Wen Hoo Lee, acusado y encarcelado por haber pasado secretos nucleares a China y que finalmente fue puesto en libertad por un juez ante la falta de pruebas. El periódico ofrece largas explicaciones para justificar sus textos, y se excusa por no haber utilizado todos los resortes profesionales necesarios a la hora de elaborar una información más equilibrada.El párrafo clave del periódico norteamericano asegura que, "en vez de un tono de distancimiento periodístico respecto de nuestras fuentes, en alguna ocasión utilizamos un lenguaje que adoptaba el tono de alarma que tenían los informes oficiales y que nos estaban transmitiendo los investigadores, los miembros del Congreso y los funcionarios de la Administración que tenían conocimiento del caso".

En la información que el viernes pasado publicó EL PAÍS sobre este asunto, su autora, Isabel Piquer, utilizaba un término que resume con gran precisión la idea de "distanciamiento periodístico". Escribió que The New York Times reconocía que faltó "a una de las normas básicas del periodismo: la neutralidad". El concepto es tan importante y al mismo tiempo tan sutil respecto de los niveles de exigencia profesional habituales en nuestro país que profundizar sobre él sería tan inútil, en general, como tratar de explicar en un bar de alterne las excelencias de un cenobio.

Neutralidad, distanciamiento y recelo ante cualquier fuente, por muy oficial que sea, y aún más por serlo; no abrazar ninguna causa al informar. Se habla de casos importantes, claro. Ningún periódico tiene capacidad para investigar minuciosamente todas las informaciones oficiales que invaden cada día las redacciones.

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Pero dejemos ahora al científico estadounidense y vengamos con otro personaje muy alejado -no sólo geográficamente- de su perfil: Jesús Gil, presidente del Atlético de Madrid.

Hace tiempo que sus problemas judiciales igualan y aun superan a los deportivos. El último del que se tiene noticia es un procedimiento que se sigue en la Audiencia Nacional sobre el posible uso de fondos del club para gastos personales de Gil y de su familia en compras tan antideportivas, al menos en apariencia, como "lencería de noche, bodies de señora" o la "reproducción y cinco copias de un retrato de Franco".

José Yoldi, redactor de tribunales, pudo conocer algunos contenidos del sumario como las extrañas facturas. El magistrado que instruye el caso ha accedido a la petición del fiscal de que se cite a declarar a Gil y a su hijo Miguel Ángel como imputados.

La entradilla de la información, publicada el día 27 en las páginas de la sección de Deportes, decía que el juez "dispone de facturas, emitidas por distintas sociedades, según las cuales el presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil, su hijo Miguel Ángel o su familia realizaron gastos personales que cargaron como gastos del club".

Un informe pericial que obra en la causa y que se menciona en la información habla de documentos que "parecen ser gastos". Un "parecen" que sitúa la cuestión en el punto en el que se encuentra: el de la apariencia que mueve las investigaciones.

Pero la alarma profesional sonó con estridencia al ver el titular de la información, es decir, aquello que más se lee y, según el tópico, casi lo único que se lee en muchas ocasiones: "La familia Gil se benefició de más de 150 millones del Atlético". No hay mención, directa ni indirecta, que imponga al lector sobre el auténtico contenido de la información: un escrito del fiscal y otros documentos del sumario en los que se relatan supuestas conductas irregulares por parte del presidente del Atlético y de su hijo.

El Defensor, de acuerdo con las normas de su estatuto, ha pedido a Yoldi que explique cómo se decidió por ese titular. Ésta es su respuesta:

"En el titular citado se debió incluir la apostilla 'según los documentos o las facturas que constan en el sumario', como se hizo en la entradilla de la noticia, o quizá, más breve, 'según acusa el fiscal', aunque en este último caso tampoco sería correcto del todo, porque el fiscal no ha presentado, al menos todavía, escrito de acusación. Jesús Gil no ha sido condenado y, por tanto, tiene derecho a la presunción de inocencia. Es decir, es inocente mientras un tribunal no dictamine lo contrario".

Yoldi añade que, "sin embargo, el artículo relataba la existencia de pruebas en la causa que se sigue en la Audiencia Nacional de que Gil se habría beneficiado de más de 150 millones propiedad del Atlético de Madrid, y, de hecho, así lo exponía el fiscal del caso y constaba en un informe pericial emitido en marzo pasado. El titular", concluye, "trataba de reflejar ese extremo, pero, si el espacio en los periódicos es limitado, el de los titulares, en la mayoría de las ocasiones, es literalmente escaso. No es una excusa, es una explicación".

El texto de Yoldi incluye un oportuno "habría" que resulta fundamental. No parece posible que el periódico salve el abismo jurídico entre la apariencia y la sentencia definitiva a través de un titular que da por hecho el beneficio ilegítimo de la familia Gil. Sólo con los documentos del sumario, entre ellos el del fiscal -que ni siquiera ha formulado escrito de acusación-, no resulta razonable formular una imputación tan inequívoca.

Si el señor Lee sufrió la falta de "distanciamiento periodístico respecto de las fuentes" por parte de The New York Times, el señor Gil -escrito sea sin ningún ánimo de comparación- ha padecido en este caso una utilización poco rigurosa de las fuentes escritas de EL PAÍS.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 913 377 836.

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