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EE UU aprueba que los médicos faciliten la píldora abortiva

Mifeprex

Con más de una década de retraso frente a Europa, las autoridades sanitarias de EE UU permitieron ayer la comercialización de la píldora abortiva. La decisión, que es una victoria política para el Gobierno de Bill Clinton, se había retrasado en los últimos años por las presiones de los grupos antiabortistas. La píldora tiene una efectividad del 95% y sólo se podrá conseguir en las consultas de los médicos, no en las farmacias. Aunque la píldora abortiva sólo puede administrarse en las siete primeras semanas de embarazo, la decisión de la FDA (el organismo que supervisa los alimentos y los fármacos en EE UU) puede provocar un giro en la perspectiva social del aborto al convertirlo en un procedimiento más simple y accesible. Según la responsable de la FDA, Jane Henney, la píldora abortiva se convierte en "una alternativa médica razonable para aquellas mujeres que deseen interrumpir su embarazo".

Cientos de miles de mujeres podrán disfrutar del beneficio médico de la píldora y evitarán los dos mayores impedimentos que sufrían en este país: la falta de clínicas en las que se practican abortos en zonas rurales y las constantes agresiones de los antiabortistas radicales a los centros en los que se lleva a cabo este procedimiento.

La píldora no se comercializará en EE UU con el nombre por el que se conoce en el mundo, RU-486, sino como Mifeprex. Más de un millón de mujeres se someten cada año a interrupciones de su embarazo. Con la aprobación de la FDA, el fármaco podrá comenzar a recetarse a partir de noviembre. Desde su introducción en Francia en 1988, la píldora generó debates sociales que se apagaron con el tiempo. Es un medicamento perfectamente aceptado en buena parte de Europa, en China y en Israel. Los activistas en contra del aborto, que han presionado políticamente en contra de la decisión adoptada ayer, han anunciado su intención de acudir a los tribunales.

Los atentados contra las clínicas en las que se practican abortos asustaron a las empresas farmacéuticas estadounidenses e incluso a los fabricantes originales, los franceses de Roussel-Uclaf. Su miedo a los radicales hizo a esta empresa ceder los derechos a una institución de defensa del derecho al aborto llamada Population Council. Este organismo sin ánimo de lucro solicitó la aprobación de la píldora en 1996; la FDA comprobó en poco tiempo que el producto era seguro y efectivo pero retrasó su decisión final en función de supuestas dudas sobre la mejor forma de comercialización. En realidad, la FDA sufría la poderosa presión política de quienes se oponen radicalmente al aborto en general y a la píldora en particular. Ahora, la FDA teme ser blanco de agresiones y ha aumentado las medidas de seguridad en sus instalaciones.

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