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Santa Coloma da la cara al río

Una inmensa cloaca al aire libre alimentada con aguas residuales procedentes de industrias textiles y metalúrgicas; aguas espumosas con grandes cantidades de materia orgánica vertidas por las fábricas cárnicas. Así era el río Besòs a su paso por Santa Coloma hace apenas tres años. Por aquel entonces, los vecinos no tenían más remedio que taparse la nariz y darle la espalda al río para olvidar el desastre ecológico que fluía cada día ante sus casas. Dos torres de alta tensión acababan de adornar la crudeza del paisaje.Era el escenario perfecto para una película futurista hasta que en 1996 se puso en marcha el proyecto medioambiental del tramo final del cauce del río Besòs. Un plan de regeneración que culminó el año pasado con la inauguración del parque fluvial del Besòs y la primera fase del parque de Can Zam, 40 hectáreas de zona verde para disfrute ciudadano.

Ahora, los colomenses contemplan atónitos cómo su alcantarilla a cielo abierto se ha convertido en el lugar idílico por donde corren felices los deportistas de un par de anuncios de televisión. Éste es el segundo verano en que los vecinos de Santa Coloma de Gramenet pueden elegir entre navegar en una barca de remo por el lago de Can Zam o pasear por los seis kilómetros del parque fluvial, que se extienden desde el puente de Montcada hasta el puente del Molinet.

Han sido necesarios más de 5.000 millones de pesetas para crear estos dos pulmones verdes, y convertir una zona marginal en el lugar de ocio predilecto de los ciudadanos. Tras dos años de funcionamiento, el Consorcio para la Defensa de la Cuenca del Río Besòs, que ha aportado el 20% del capital al proyecto -la Unión Europea ha aportado el resto-, se congratula de los resultados obtenidos. Pero además de la satisfacción visual que supone la creación de zonas verdes, se ha hecho realidad una utopía: aumentar la calidad de las aguas que salen de la depuradora de Montcada gracias a un nuevo sistema de depuración biológico.

Para ello se han construido al borde del río unas 60 zonas húmedas no transitables para los ciudadanos, donde se han plantado cañizales cuyas raíces depuran de forma natural las aguas residuales. "Espero que ya quede menos para que algún pez pueda habitar en el río", cuenta Tere Alonso, vecina del barrio del Río Norte; "de momento ya hemos visto nuevas especies de pájaros volando por aquí". Lo cierto es que en los censos que realiza periódicamente el Ayuntamiento sobre la población de pájaros de la zona, ya se ha observado la aparición de algunas especies de gran interés biológico, como las garzas reales.

El parque fluvial del Besòs alberga una peculiaridad que lo diferencia del resto: tiene instalado un Sistema de Alerta Hidrológica que funciona 24 horas al día. Al estar ubicado en el lecho de un río, el lugar está expuesto a posibles riadas e inundaciones. En caso de mal tiempo o de riesgo de crecidas la zona sería evacuada con gran rapidez. "El parque está vallado y unos paneles luminosos te avisan de cuándo se puede entrar, aunque a pesar de las señales he visto cómo alguna persona se ha colado cuando estaba cerrado", explica Mari Carmen Amador, que vive en la avenida Alameda, delante del río. Con 34 años ha visto cómo ha ido evolucionando de forma espectacular su entorno: "Yo compré mi piso muy barato, estaba cerca del río, en una calle poco iluminada y sin asfaltar. Por esto a la gente no le gustaba vivir aquí. Ahora las viviendas están subiendo de precio y mis hijos en vez de ir por una calle llena de barro circulan por un carril bici".

La recuperación del lecho del río ha impactado tanto en los habitantes de Santa Coloma que en los institutos de la ciudad se ha incluido un crédito variable sobre la regeneración del río Besòs. La ciudad ha pasado en apenas tres años del gris al verde, aunque todavía quedan dos colosales huellas de su pasado: dos torres eléctricas ancladas en las riberas del río. Según un plan firmado por el Ayuntamiento de Santa Coloma, la Generalitat y las compañías eléctricas, las dos torres deben ser soterradas e mediados del año 2002.

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La costa de los mosquitos

No sólo los ciudadanos campan a sus anchas por el recién estrenado parque fluvial del Besòs, en Santa Coloma de Gramenet. Nuevos inquilinos han aparecido en la zona atraídos por el frescor de la hierba: son los quironómidos, comúnmente conocidos como mosquitos. Éste es el inesperado efecto secundario que ha provocado la regeneración del río. Los vecinos de Santa Coloma temían este año la llegada del calor. "El verano pasado fue horrible, no podías estar sentada tranquilamente en una terraza sin tener una nube de mosquitos revoloteando por tu cabeza y enredándose en el pelo", comenta una vecina del barrio del Río Norte. "Por suerte son inofensivos y este año no aparecen tan a lo bestia", añade. La razón del sospechoso descenso del número de mosquitos es una campaña iniciada por el Ayuntamiento ante las reiteradas quejas.La iniciativa para eliminar estos diminutos y molestos insectos consiste en rociar el cauce fluvial con un producto llamado Bacillus y que ataca directamente al sistema nervioso de las larvas que yacen en el río, sin perjudicar a otras especies. Este verano los vecinos han podido respirar tranquilos sin miedo a tragarse ningún mosquito.

La gran proliferación de insectos en el tramo final del Besòs también demuestra que el río aún no está completamente recuperado. Si lo estuviera ya habitarían en la zona otras especies y pájaros insectívoros que combatirían a los mosquitos y regularían el ecosistema de forma natural. Con motivo del Fòrum de les Cultures que se celebrará en el año 2004, el parque del Besòs se prolongará hasta su desembocadura. Para entonces, se prevé que la recuperación del río ya sea completa.

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