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El arte del bisturí

El ánimo colorista con el que Muhadin Kishev (Chegem II, Rusia, 1939) contempla la vida a través de su cuadros amenazó con oscurecerse hace dos semanas. Estando en su estudio de Caños de Meca, le sobrevino un dolor que le condujo de inmediato al hospital de Puerto Real, donde le diagnosticaron una inflamación de la vesícula. Posteriores análisis detectaron un tumor en el duodeno, algo que exigía una urgente pero delicada operación.En su Rusia natal, Kishev es un artista que goza de enorme predicamento. No en vano, posee un sinfín de galardones honoríficos, entre los que se encuentra el Premio Laureado de Lenin. Al tener conocimiento de su mal, el Kremlin ofreció todos los medios a su alcance para atender al ilustre pintor.

El hospital de la República de Kabardino-Balkaria, donde fue operado Borís Yeltsin, dotado con la tecnología más vanguardista, se puso a su disposición. Sin embargo, Kishev decidió mantener su confianza en el centro de salud gaditano.

Una intervención de tres horas y media a manos de los doctores Velasco, Carnero y Ureña lograron devolverle la sonrisa al enfermo que, a sus 60 años y remontando el proceso posoperatorio, conserva la apostura y el buen humor que le caracterizan.

Ahora, este admirador de Chillida, Picasso y Miró muestra las fotos de la operación con desenfado: "A 3.000 pesetas el kilo", bromea señalando la imagen del tumor extirpado, y exhibe la enorme cicatriz de su abdomen adoptando un tono de irónico reproche: "Mira, me han cortado por la mitad. Ya podían haberme añadido algo en medio, me hubieran hecho más alto".

Permanentemente acompañado por su mujer y relaciones públicas, la británica Jacqueline Moss, Kishev no encuentra palabras para agradecer a los médicos que le han asistido todo lo que han hecho por él. "Me convencí inmediatamente de que quería operarme en la Seguridad Social", afirma. "Son unos profesionales de alto grado que han trabajado con seriedad y maestría. Sólo han pasado 12 días desde la operación: me parece un cuento de hadas".

En su país de origen, Kishev afrontó no pocas dificultades en la Escuela Rusa de Arte, incluidos ciertos problemas con la censura, lo que no le impidió inaugurar a lo largo de 30 años más de medio centenar de grandes exposiciones. Posteriormente, se instaló en los estudios Chisenhale, de Londres, donde contrajo matrimonio y, finalmente, recaló en la costa gaditana.

"Muhadin siente una verdadera pasión por Andalucía", comenta su esposa. "Cuando un artista llega a su madurez, sabe lo que quiere hacer: rodearse de paz y tranquilidad para plasmar todo lo que ha ido acumulando en su vida. Y eso lo ha encontrado entre los pinos y la playa de Caños".

En el momento en que sufrió aquel súbito dolor, Kishev acababa de adquirir 100 lienzos para inaugurar una gran serie inspirada en la cultura, la música y la forma de vivir andaluzas, pero no pudo empezar ningún cuadro. "Ahora que no tengo esa parte nociva, siento que voy a pintar mejor", proclama el artista, que recibirá el alta en breve y ya sólo piensa en pintar.

"Lo primero será un retrato que he prometido a los médicos, y luego un cuadro que quiero donar al servicio de cirugía del hospital. Voy a volver ataviado con mi cherkeska (traje nacional) para entregarlo formalmente", dice.

En cuanto haya saldado estos compromisos, Muhadin Kishev se dispondrá a reanudar la búsqueda de un lenguaje pictórico para el siglo que comienza. Un siglo que espera saludar, sano y salvo, dentro de apenas tres meses.

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