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La desaparición del 'número dos' de Fujimori bloquea la solución de la crisis en Perú

Su nombre está en boca de todos los peruanos. Su imagen aparece constantemente en la televisión y su foto ocupa la portada de los principales diarios. Vladimiro Montesinos Torres, el tenebroso asesor de Alberto Fujimori y jefe de los servicios secretos (SIN), acapara desde el domingo el mayor protagonismo de la crisis política peruana. Y lo hace, como es habitual en él, desde la sombra y desde el silencio. Fujimori asegura que ya no es su principal colaborador y que el Servicio de Inteligencia Nacional ha sido desactivado. Pero desde el anuncio presidencial nada se sabe del paradero de Montesinos.

¿Dónde está Montesinos? La pregunta recorre Perú, pero nadie, ni el presidente ni sus ministros ni generales, quiere o puede dar una respuesta. En un programa de televisión se hacen apuestas, en otro se invita a una vidente que recurre a las cartas de tarot para descifrar el escondrijo del jefe de los espías. Se ha ido del país, se dijo al principio. Está detenido en una guarnición militar, se rectificó más tarde. Está acuartelado en la sede del SIN junto a un grupo de militares, fue otra versión. Una radio ha llegado a asegurar que Montesinos testificó durante dos horas y media en la oficina de un fiscal, el lunes.Lima es un hervidero de especulaciones, producto de la incertidumbre reinante desde que Fujimori anunció al país que convocaba nuevas elecciones, a las que él no concurrirá. El presidente ha tirado la toalla, al menos aparentemente, precisamente porque su más íntimo colaborador fue demasiado lejos, al quedar demostrado en un vídeo que Montesinos sobornó a los congresistas opositores que se pasaron a las filas del oficialismo.

Está en Lima

Pues bien, Montesinos no se ha marchado de Perú, se encuentra en Lima, no está detenido y ningún juez ha ordenado su captura. Así lo han confirmado dos miembros del Gobierno: el vicepresidente segundo, Ricardo Márquez, y el ministro de Justicia, Alberto Bustamante. Dicen algunas fuentes oficiales que Montesinos se ha puesto a disposición de la justicia y que la fiscal provincial Nina Rodríguez Flores ha sido designada para investigar el escándalo de corrupción entre Montesinos y el diputado tránsfuga Alberto Kouri, que recibió varios fajos de billetes del jefe del SIN.Pero de momento no se deja ver. Un grupo de congresistas trató el lunes de comprobar si Montesinos estaba detenido en las dependencias del SIN o en un penal militar. Fracasaron estrepitosamente. Un fuerte contingente armado le cerró el paso. Cada día, manifestantes espontáneos con pancartas contra Montesinos hacen guardia frente a la sede del SIN exigiendo su detención y procesamiento. Los diputados de la oposición han acordado no ocupar sus escaños hasta que el ex asesor sea detenido.

El enjuiciamiento de Montesinos aparece todavía lejano en la confusa situación peruana. El diario Liberación titulaba ayer en portada "Este criminal sigue mandando", junto a una foto a toda página del jefe del SIN; "Montan farsa para exculparlo", apuntaba La República.

La palabra la tienen los militares. Y de momento, ningún miembro de las Fuerzas Armadas ha dicho esta boca es mía. Ni siquiera para expresar su respaldo a la decisión del presidente de la República de convocar elecciones anticipadas. El vicepresidente Márquez ha reclamado un pronunciamiento explícito del Ejército en apoyo a Fujimori.

Pero se da la circunstancia de que, en diez años de manejar los hilos del andamiaje policiaco-militar, Montesinos ha puesto en la cúpula de las Fuerzas Armadas a oficiales leales. Los 22 generales que constituyen la guardia pretoriana del régimen pertenecen a la promoción que se graduó en la Academia Militar de Chorrillos en enero de 1966. La misma de la que salió Vladimiro Montesinos. No hay precedentes en la historia del Ejército peruano: ocho generales de división y 14 de brigada de una misma promoción, repartidos en puestos clave de la cúpula de las Fuerzas Armadas, formada por los tres comandantes generales (Ejército, Marina y Fuerza Aérea), tres jefes de Estado Mayor, tres inspectores y los 18 jefes de región. Montesinos colocó hábilmente a sus peones.

Un analista militar comparaba recientemente a este diario el grado de control de Montesinos y el SIN sobre las Fuerzas Armadas con el existente en la Rusia estalinista. Los oficiales están sometidos a una vigilancia absoluta basada en los chivatazos. La misma fuente subrayaba, sin embargo, que el poder de Montesinos despierta recelos en los mandos intermedios. En primer lugar, no les convence que un capitán esté al mando de generales. Y no olvidan que es un capitán que salió mal del Ejército, que fue expulsado acusado de traición a la patria. A finales de 1998, cuatro de los seis comandantes regionales eran hombres de Montesinos. Su cuñado, Luis Cubas Portal, fue designado jefe de la división blindada con base en Lima. En los ascensos de Año Nuevo de 1999 se afianzó el control de los compañeros de promoción de Montesinos. En este contexto, la desactivación del SIN que dice haber ordenado Fujimori no parece ser cosa de coser y cantar.

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