El Festival de Ballet de Miami cierra con una gala clásica
La velada de clausura del V Festival Internacional de Ballet de Miami se cerró el domingo en el Jackie Cleason con una oferta basada fundamentalmente en los clásicos. Destacaron las parejas del English National Ballet, Erina Takhashi y Dimitri Grozdyev con su virtuoso Balanchine; tras ellos, los vieneses Simona Noja y Christian Rovny volvieron a robar la noche con Beethoven Opus 73, de Zanella; los chilenos Marcela Goicoechea y César Morales mejoraron el criterio generalizado de que en Latinoamérica no se bailan bien hoy día los clásicos con su versión de Coppelia, lo mismo que los argentinos Silvina Perillo y Alejandro Parente, del teatro Colón, con Diana y Acteón.Al final de la gala, el Balletto di Puglia mostró la exquisita reconstrucción que ha hecho Toni Candeloro de la obra de Fokin Ruslan y Ludmila. La danza moderna estuvo a cargo de los españoles José Reche y Julio Viera, con un ultramoderno paso a dos llamado G-rave Party, creado por Mónica Runde inspirándose en los desvastadores efectos de las pastillas de éxtasis sobre los jóvenes disco. Volvió a ser muy aplaudida la española María Jiménez al repetir su Carmen.
Aun con estas buenas ejecuciones, las galas han sido irregulares en cuanto a que los bailarines menos rigurosos ceden fácilmente a la búsqueda del aplauso con un virtuosismo gratuito que desdibuja los estilos originales de los clásicos, son los peligros de la balletomanía mal entendida y mal alimentada desde la escena.
El director del festival, Pedro Pablo Peña, ha adelantado a este periódico que para la edición de 2001 habrá una noche íntegramente española y por primera vez actividades teóricas a las que el público de danza de Miami no está habituado.
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