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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El rey vecino

Once años después de la de su padre, Hassan II, Mohamed VI inicia hoy su primera visita oficial a España, rodeado de esperanzas de que logre dirigir la transición de Marruecos hacia un régimen de libertades y a la cita de la modernidad. España no está escatimando esfuerzos para apoyar estos cambios en un país que es algo más que vecino. Los destinos de España y Marruecos están cada vez más íntimamente entrelazados en sus dimensiones humanas, económicas y políticas, aunque con carencias aún importantes, especialmente en el terreno del conocimiento mutuo de las sociedades. Tras el pueblo marroquí, es España la primera interesada en que Mohamed VI persevere y tenga éxito en esta andadura. La suerte puede acompañarle si se confirma la existencia de importantes yacimientos petrolíferos en su país.Ante la inmensidad de lo que tiene que hacer, la renovación del acuerdo pesquero entre Marruecos y la Unión Europea parece una gota en el agua. Finalmente, las negociaciones se reanudarán la próxima semana. Por parte marroquí se podía haber evitado la interrupción de la pesca y el amarre de la flota durante casi un año, al tiempo que España está obligada a asumir un acuerdo equilibrado de codesarrollo y explotación conjunta de los recursos.

Unas relaciones constructivas entre ambos países deben pasar por una cooperación más intensa y efectiva en materia de inmigración, de la que tiene su origen en Marruecos y la que pasa por ese país. Cuando quiere, como estos días, su policía colabora. Incluso así, el aluvión de pateras está creciendo. Una inmigración controlada redundará en beneficio de todos, de los inmigrantes y de este país, que no sólo puede absorberla, sino que la necesita.

Los mensajes que lance en España Mohamed VI sobre estas relaciones bilaterales serán escuchados con suma atención, pero más aún los que se refieran a la transformación política, económica y social de su país, la dimensión olvidada por su padre y de mayor potencialidad conflictiva. Los primeros pasos y cambios en el Gobierno han ido en la buena dirección, aunque sería saludable empezar a contemplar unas elecciones generales en las que todos los partidos tengan igualdad de oportunidades. Mohamed VI conserva intacto su capital de esperanza, pero el tiempo lo reducirá si no actúa, superando las dificultades objetivas que supone un país sometido a contradictorias tendencias conservadoras y tradicionalistas e impulsos modernizadores.

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