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De espaldas

Uno de los problemas sociales que más preocupa en Andalucía es la inmigración. El flujo constante de inmigrantes y el desplazamiento incontrolado hacia otros territorios del Estado constituyen el pan nuestro de cada día, sin que el Gobierno central aporte soluciones ni escuche las que dan los sectores que ayudan a que este problema social sea soportable. Tal vez, si se tratara de un comportamiento aislado, podría decirse aquello de "todo buen escribano tiene un borrón".Sin embargo, la realidad política refleja que todos los días los escribanos de la política centralista tienen borrones y, al igual que Pío IX decidió que la Virgen fuera virgen y que él no se equivocaba por aquello de la ex cáthedra o el syllabus, el Gobierno también ha decidido hacer política a solas. La razón es suya.

Los cambios en la Ley de Extranjería, despreciando la opinión de la oposición; las recientes modificaciones en el campo penal, convirtiendo a los niños en mayores para la imposición de las penas, son signos de esta forma de gobernar. También que haya desoído la petición de indulto para un Nino que desertó de una mili que se fue. Es una política de espaldas a la sociedad y que, en el acercamiento de los carburantes, puede tener consecuencias muy graves para el empleo en España y, en particular, en Andalucía.

No se puede ignorar la importancia de agricultura, pesca y transporte en Andalucía. Un transporte que se resume en la frase de "un hombre, un camión". Autónomos y pequeñas empresas conforman estos sectores.

Si junto a esa realidad, que pone de manifiesto la ausencia de un gran capital que sea capaz de absorber las pérdidas en épocas de crisis, se une el hecho de que un elevado número de transportistas se integran en sociedades cooperativas, el efecto dañoso en la economía está garantizado y la pérdida de empleo también.

Es posible que la comunicación con los afectados, el tratamiento diferenciado en la fiscalidad, la protección del trabajador y la presencia activa del Gobierno autonómico ayudarían a la protección del empleo, tal como piden los afectados, y harían innecesarias las movilizaciones. Sin embargo, visto lo visto, estas peticiones son como predicar en el desierto.

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