Picotazos en el juzgado
Desde hace más de dos décadas se ha hecho popular en verbenas y fiestas locales de todo el País Vasco una atracción denominada "Gorriti y sus animales". Con ella, los más pequeños, especialmente, tienen la oportunidad de montar en ponis y pottokas, jugar con un jabato o fajarse con jóvenes vaquillas bravas ensogadas. La Asociación para un Trato ético con los Animales (Atea), un colectivo que se ha significado en los últimos años por su pertinaz defensa de los derechos de los animales en diversos frente, especialmente con la denuncia de las corridas de toros, llevó ayer al promotor de estas actividades, el guipuzcoano José María Gorritiberea, al banquillo de los acusados, en el primer juicio que se celebra en Álava por presuntos malos tratos a animales. El juicio de faltas que vio ayer el Juzgado de Instrucción número tres de Vitoria se centraba en la organización de una pelea de gallos durante las fiestas del barrio de Santa Lucía del pasado año. Según denunciaba Atea, esta actividad estaba incluida incluso dentro del programa festivo y llegó a celebrarse, pese a ser las peleas de gallos un espectáculo expresamente prohibido por la ley vasca de Protección de los Animales.
En opinión de Nerea Antía, portavoz del colectivo proteccionista, espectáculos como el que ofrece Gorritiberea son frecuentes en la geografía vasca. Se trata de atracciones dirigidas sobre todo a los niños y basados en "tener a varios animales a los que les puedes hacer lo que quieras". "Los animales tienen la misma capacidad de sentir y sufrir que nosotros, y es incomprensible que se les produzca estrés, angustia y sufrimiento por algo tan trivial como pasarlo bien", proclama. En el caso de la pelea de gallos de Santa Lucía, Antía considera que la culpabilidad es compartida tanto por Gorriti como por la propia asociación vecinal impulsora del acto y el Ayuntamiento de Vitoria, que subvenciona estas celebraciones.
En la vista oral de ayer, tanto el acusado como el responsable vecinal destacaron que no se trataba de una pelea sino de una "exhibición" en la que las aves nunca llegaban a atacarse, al ser detenidas antes por el propio Gorritiberea.
El inculpado, visiblemente afectado por el trance judicial, manifestó su incomprensión por la denuncia. "A mí nadie me puede hablar de amor a los animales. Llevo 22 años haciendo este tipo de espectáculos y deberían ver cómo me quieren los que tengo en mi casa". Se refiere a su granja de Itziar, en donde cuenta con ejemplares de diversas especies -jabalíes, caballos, gallos o terneros, entre otras-, que utiliza en sus exhibiciones en fiestas populares de todo Euskadi.
Su abogado, que al igual que el fiscal pidió su absolución por no haber "pruebas terminantes" de que los gallos llegaran a atacarse, fue más allá y acusó a los denunciantes de "confundir el tocino con la velocidad". "Este tipo de actividades son una cuestión ancestral y cultural en Euskadi", adujo. La acusación, por su parte, pidió 35.000 pesetas de multa por los malos tratos.
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