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Los 'oráculos' bursátiles pasan el examen

Los sectores más difíciles

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La Bolsa española fuerza un cambio

Los analistas bursátiles salen generalmente bien parados en el cumplimiento de sus predicciones sobre el beneficio por acción de las cien mayores compañías europeas: el margen de desviación de sus pronósticos en los últimos tres años no ha superado, de media, el 10%. Sin embargo, las comparaciones mercado a mercado desvelan que en el Reino Unido, con desviaciones inferiores al 5%, los oráculos financieros patinan menos que en la Europa continental. Los expertos atribuyen la diferencia a la menor "cultura de transparencia" empresarial a este lado del Canal de la Mancha.Según el primer rastreo paneuropeo efectuado por la editorial británica especializada AQ Publications, que señala la transparencia como asignatura pendiente de la Europa continental, el mercado español se perfila, tras el holandés, como el más predecible del Continente. Eso sí, con mucho que aprender de la City.

"El Reino Unido es el mercado más profesional de Europa por lo que respecta a la transparencia. La vigilancia sobre las empresas es particularmente estricta y casi todos los movimientos de una compañía deben comunicarse", constata por experiencia propia Jaime Vázquez, analista en Londres de Schroeder Salomon Smith Barney.

El informe AQ Euro 100, elaborado tras dos años de seguimiento con lupa del mercado británico, deja clara la relación directa entre gestionar con transparencia y dar en el clavo con una estimación. El índice AQ, que mide el grado de acierto en las predicciones efectuadas por los bancos de negocios sobre el beneficio por acción (BPA) de las mayores cien empresas de Europa en los últimos tres años, es, en el caso del Reino Unido, de 43 puntos sobre 100, lo que implica desviaciones del orden del 4%. Sin embargo, en la Europa continental, la media resultante es de 33,59 puntos, lo que resulta en un margen de error más elevado, en torno al 8%. "El contexto europeo incluye complejidades de contabilidad, información más pobre y rudimentarias relaciones con los inversores", señala el estudio.

Pero las distancias con el Canal de la Mancha se van acortando. "En el resto de Europa hemos visto enormes esfuerzos en los últimos cinco años para conseguir un acercamiento a la transparencia del mundo anglosajón, las empresas se están dando cuenta de que de este modo se consigue crear valor", señala Eva Castillo, responsable de Merrill Lynch para España y Portugal y directora de renta variable. Esta firma de inversión aparece en el primer puesto entre los nostradamus financieros, al haber obtenido el mayor grado de acierto en sus predicciones desde 1997.

Que el beneficio por acción de una empresa se ajuste más o menos a un pronóstico depende en buena medida del sector al que pertenezca una compañía. Los huesos más duros de roer para un analista son los sectores con primas de riesgo elevadas y sujetos a mayor volatilidad -como las empresas de la nueva economía o las telecomunicaciones-, los más atrapados en el remolino de las fusiones y adquisiciones -como el automóvil-, o los que se mueven al compás de materias primas, como el petróleo.Frente a estos casos, los servicios, las eléctricas o la alimentación dan menos sustos. La diferencia extrema en el grado de desviación de los pronósticos se produce entre el sector de servicios y el de software informático, que llega a alcanzar hasta 44 puntos (o un 12% de desviación). "Hoy, valorar Telefónica es francamente complicado, ciertamente más que Iberdrola, con un negocio eléctrico facilón y diversificación escasa", resume el director de renta variable de BNP-Paribas, Manuel Cabezas. Iberdrola, con un margen de desviación inferior al 2%, es la única compañía española entre las 10 europeas sobre las que los oráculos han errado menos.

Pero lo que más sorprende en las conclusiones del rastreo a los analistas es que la diferencia entre sectores, hasta cierto punto considerada "lógica" por todos los expertos consultados, es menor que las variaciones en el grado de acierto que surgen al comparar las puntuaciones obtenidas por los siete países y regiones de la Europa continental analizados (Alemania, Italia, Francia, los países escandinavos, Iberia -por España y Portugal-, Suiza y los integrantes del Benelux).

El hecho de que la operadora de telecomunicaciones Sonera sea la segunda empresa objeto de aciertos enfría igualmente el argumento de que los sectores tengan la culpa de las variaciones. No se trata de una distorsión provocada por la composición sectorial de las empresas según el mercado nacional del que se trate: los sectores a los que pertenecen las empresas escogidas en cada país son razonablemente comparables. Así, mientras que la desviación media en las puntuaciones por sectores es de 5,59, la media de error por países se eleva a 9,2.

"El conocimiento local del mercado continúa siendo un activo, y así será hasta que las grandes empresas y bancos de Europa ganen dimensión auténticamente europea. Vamos hacia análisis paneuropeos de todos los blue chips (las grandes empresas que cotizan en Bolsa) de Europa hechos desde una única oficina con líneas sectoriales, pero aún queda camino por recorrer", concluye Graham Field, director de AQ.

Reino Unido aparte, lanzarse a las previsiones en Holanda, con sus sofisticados mercados financieros y la perspectiva internacional de sus fondos de pensiones, parece coser y cantar frente a una Alemania que trae de cabeza a los analistas. El estudio deja entrever que, en el mercado alemán, son casi moneda corriente los sobresaltos en los resultados debido precisamente a una insuficiente transparencia, o por los cambios en los criterios de contabilidad, sin olvidar el impacto de los cambios fiscales.

Un broker llega a comentar al respecto, ejemplificando el problema en Volkswagen, que el equipo directivo del gigante del automóvil "parece creer que no necesita ni inversores ni analistas". La fusionada DaimlerChrysler, con la consiguiente mezcla de sangre americana y alemana, es un posible punto de inflexión. Los accionistas del otro lado del Atlántico empujan una actitud distinta en las relaciones con los inversores.

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