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El abismo de Jon y Bobby

Acaben o no por salir en libertad, Jon Venables y Bobby Thompson tendrán siempre un abismo a sus espaldas. Ambos vivían en un barrio, Walton, con un 27% de paro. Jon venía de una familia rota, con dos hermanos discapacitados mentales, y en la escuela agredía con tijeras a los compañeros y rajaba los pupitres.Tras el crimen, unas veces se le aparecía en sueños la cara ensangrentada de James, y otras se veía devolviendo sano y salvo el niño a su madre. En el juicio, en el que ambos niños fueron tratados como adultos y que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó por su excesiva dureza, relató detalles escabrosos de la agresión a que sometieron a James, y dijo que había aplastado con una piedra el rostro de la víctima, actitud que los psicólogos consideran clásica de crimen sexual. Lloró al confesar a voz en grito y llamó a su madre. Sus palabras, grabadas, se emitieron en la sala a todo volumen. Al escucharlas, Jon se tapaba los oídos.

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La madre de Bobby había sido abandonada por el marido con siete hijos: uno quiso suicidarse, otro tenía padre desconocido; hoy varios son delincuentes. Bobby apenas sabía leer a los 10 años, ahorcaba gatos y mentía patológicamente. En el caso Bulger fue presentado como el instigador y el duro. En los días del juicio se reveló que tenía una pesadilla recurrente: perseguía a alguien y era atropellado por un coche; comía compulsivamente y se chupaba el dedo. Hace un año, por estas fechas, seguía culpando a Jon. La prensa sensacionalista se apresuró a recordar que un policía dijo, en el juicio, que la sonrisa encantadora de Bobby "helaba la sangre".

El pasado septiembre, los psicólogos concluían que Jon ha asumido lo que hizo y está casi rehabilitado, pero no así Bobby.

El tiempo ha sido agridulce con los padres de James: tuvieron otro hijo, acabaron divorciándose. Estaban parados, pero vender exclusivas a la prensa les permitió rehacerse económicamente. Ambos han encontrado pareja.

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