Simpatizantes de ETA expulsan de Hernani y Markina a los periodistas con amenazas
Los organizadores de los homenajes a los cuatro miembros de ETA muertos el pasado día 7 en Bilbao al estallarles los explosivos que transportaban impidieron ayer con amenazas nítidas a la mayoría de los informadores hacer su trabajo y cubrir íntegramente los actos en sus pueblos. Sólo los diarios afines a la izquierda abertzale Gara y Egunkaria pudieron quedarse en Hernani (Guipúzcoa). El permiso incluyó en Markina (Vizcaya) también a las dos emisoras de radio públicas vascas. En un ambiente de tremenda tensión, los periodistas tuvieron que abandonar ambas localidades.
La izquierda abertzale homenajeó ayer a los cuatro etarras muertos en el barrio bilbaíno de Bolueta sin la presencia de los medios de comunicación que les incomodan. Los profesionales fueron obligados a dejar las localidades con amenazas explícitas."Cuando llegue al pueblo [la comitiva con los restos del miembro de ETA Patxi Rementeria, homenajeado en Markina], tenéis cinco minutos. Luego no podemos garantizar vuestra integridad física. No nos responsabilizamos de lo que pueda pasar". Ése fue el mensaje textual que una concejal de Euskal Herritarrok de la localidad vizcaína, quien en ningun momento se identificó como tal, transmitió a los dos informadores de EL PAÍS que pretendían cubrir el homenaje al presunto jefe del comando Vizcaya. El resto de los periodistas que se habían trasladado a la localidad natal de Rementeria fueron amenazados en términos similares.
Al principio hubo dos únicas excepciones. "Sólo Gara [sucesor de Egin, cerrado por orden de la Audiencia Nacional hace dos años] y Egunkaria [el único diario vasco que se edita íntegramente en euskera] se pueden quedar", explicó la joven. "Estamos hartos de manipulación", espetó la edil y añadió: "Hemos sufrido mucho y no queremos más sufrimiento".
"Manipulación"
Minutos después, los profesionales de Radio Euskadi e Euskadi Irratia, las cadenas en castellano y euskera, respectivamente, de EITB, la radiotelevisión pública vasca, obtuvieron también permiso. Los varios centenares de personas que esperaban el inicio del homenaje gritaron durante breves minutos: "Televisión, manipulación".Pasadas las cinco de la tarde llegaba a Markina la comitiva de coches que acompañó a los restos de Rementeria desde el cementerio de Derio, donde habían sido incinerados por la mañana. A la cabeza caminaba una mujer con gafas de sol.
Transportaba en una urna de madera tallada las cenizas del etarra. Agarrada a su brazo caminaba la concejal que había exigido poco antes a los periodistas que abandonaran el pueblo pasados cinco minutos. Les seguían la madre del difunto y otros familiares.
Centenares de personas sujetando ikurriñas con crespones negros hacían un pasillo de honor entre gritos de "gora ETA militarra" (Viva ETA militar) y "Herriak ez du barkatuko" (El pueblo no perdonará). Una vez los participantes se internaron en el casco viejo hasta llegar a la plaza del Ayuntamiento, los informadores abandonaron el pueblo.
La decena de reporteros que se acercó a Hernani, donde nació Ekain Ruiz, otro de los fallecidos en Bilbao, también fueron amenazados. "Ya sabéis que no vais a poder estar. Si os quedáis ateneos a las consecuencias", les explicó uno de los organizadores del homenaje al terrorista muerto. A los redactores gráficos se le impidió tomar fotografías. "Tenéis un cuarto de hora para iros en paz", les dijeron cuatro hombres.
Tampoco la víspera se había dejado entrar a los periodistas, con las mismas excepciones, al pleno extraordinario convocado por EH, que gobierna con mayoría absoluta este pueblo guipuzcoano de menos de 17.000 habitantes, para nombrar hijo predilecto a Ruiz.
Pueblo fantasma
Al filo de las cinco de la tarde Markina era un pueblo fantasma. Ventanas cerradas, persianas bajadas, ni un bar abierto, ni un paseante, aunque tiene casi 5.000 vecinos. "Estamos atrincherados en casa, muertos de miedo", aseguró una marquinesa. En las calles, sólo se veía a los asistentes al homenaje a Rementeria, muchos de ellos llegados de pueblos vecinos, y a unos 40 informadores. Todos hablaban en voz baja. Dentro del pueblo no se vio un solo agente de la Ertzaintza.Similar era el ambiente en torno a la plaza del Ayuntamiento de Hernani durante el homenaje a Ruiz. Sin embargo, allí sí que había una fuerte presencia de la policía vasca.
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