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"Éramos unos pobretones"

Además de las cartas que su hijo dirigió a las autoridades consulares -y a las que nunca tuvo respuesta-, los padres de Martínez pidieron ayuda en repetidas ocasiones al cónsul general Abella, pero afirman que nunca la recibieron. "Como eramos unos pobretones no nos atendía, ni nos creía; nos trataba como si mi hijo fuera un delincuente común. Nosotros le pedimos que nos ayudara con los abogados, que le fueran a visitar a la cárcel, que hicieran algo por él", relataba el viernes Sara Pérez, sin poder contener el llanto al acordarse de lo que sufrieron y lo solos que se vieron.Además de la falta de información legal, los Martínez se vieron privados de las ayudas de 4.000 dólares (unas 720.000 pesetas) para sufragar los gastos judiciales, y de los 100 dólares mensuales (17.000 pesetas) que puede recibir el preso en la cárcel. Sencillamente, no sabían que existían y nadie se lo dijo.

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Tampoco recibieron la ayuda del cónsul honorario en Tampa, donde se celebraba el juicio, Emiliano Salcines, quien es juez del tribunal de apelaciones de Tampa y está muy bien relacionado en los círculos jurídicos de la citada ciudad. De hecho, en una ocasión les dijo a los padres de Martínez que él era amigo personal del juez del caso de Joaquín, Rogers Padgett, al que describió como un hombre justo.

Los Martínez están, sin embargo, muy agradecidos de la ayuda consular que le han prestado los dos últimos cónsules. "Para nosotros, Miguel Díaz Pache y Javier Vallaure son como de nuestra familia, e incluso mejor. Si todos los diplomáticos fueran como ellos, los españoles en el extranjero no tendrían problemas".

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