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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Soluciones urgentes

De nuevo una bomba sacudió anoche al País Vasco. La muerte de cuatro presuntos activistas de ETA viene a recordarnos, una vez más, la tragedia del terrorismo etarra. Pero mientras la banda continúa con el lenguaje de las bombas, los partidos políticos, como expresión democrática de los ciudadanos, deben insistir en la búsqueda de soluciones urgentes. A la vuelta de la actividad política normalizada, en septiembre, todos deberían tener sus estrategias bien definidas e incluso negociadas para de una vez por todas, intentar acabar con la plaga terrorista. Desgraciadamente, los gestos que por ahora se adivinan no van dirigidos a ese entendimiento entre demócratas. En los últimos días, los socialistas vascos han pedido elecciones anticipadas en Euskadi; Euskal Herritarrok (EH), por su parte, ha anunciado que se plantea abandonar la Cámara vasca a partir de septiembre. Sólo el miedo a septiembre puede explicar reacciones como las de ayer de Joseba Egibar, llamando "cobarde" al ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Porque el mes que viene se cumple el plazo marcado por el lehendakari y el propio Egibar para adoptar una decisión sobre el rumbo a seguir tras la ruptura del alto el fuego, a comienzos de año. Ese plazo se consideró necesario para intentar algunas operaciones que permitieran evitar, o al menos retrasar, un adelanto electoral que equivaldría a reconocer el fracaso de la embarcada soberanista.

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El primer intento de los nacionalistas fue el de tratar de llegar a algún acuerdo con el mundo de ETA para que decretase una nueva tregua. Ello haría posible renegociar un pacto de legislatura con EH o, en su defecto, convocar elecciones, en la perspectiva de unos resultados que les permitieran seguir gobernando, ya se vería con quién. Egibar ha seguido apostando por esa hipótesis, no se sabe con qué fundamento, pero hoy casi nadie, dentro del nacionalismo, la considera verosímil. La segunda esperanza era que el congreso del PSOE alumbrase una dirección y unas resoluciones que hicieran posible, al menor coste posible, la recomposición del pacto tripartito.

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Ninguna de las dos operaciones ha prosperado y ahora el Partido Nacionalista Vasco se ve abocado a tomar alguna decisión. Ello ha estimulado la reaparición de algunas voces nacionalistas partidarias de admitir claramente que la apuesta de Lizarra ha fracasado y de obrar en consecuencia. Es algo que ya se esbozó hace dos meses, cuando los diputados generales se atrevieron a decir en voz alta lo que otros susurraban. Sin embargo, una intervención mal medida de Aznar permitió a la dirección del PNV atrincherarse frente a las asechanzas exteriores, interrumpir el movimiento de rectificación e incluso reafirmar en una asamblea la estrategia soberanista.

Pero no se adivina qué iniciativas podría tomar el nacionalismo para salir del embrollo. El portavoz del Gobierno de Vitoria, Josu Jon Imaz, aventuraba en una entrevista reciente que tal vez el error de Lizarra fue plantear esa vía en solitario, insinuando que en el futuro habría que contar con los socialistas. Pero la implicación de éstos es imposible desde un planteamiento de ruptura del marco estatutario, que implica por definición una estrategia de frente nacionalista, con exclusión de los autonomistas. El error fue creer que la unidad abertzale permitía superar la oposición entre demócratas y violentos, pero Egibar acaba de afirmar que PNV y EH se necesitan, lo que en el contexto actual sólo puede entenderse como una reafirmación de que la frontera esencial es la que separa a nacionalistas de autonomistas. En esas condiciones, el acuerdo es imposible.

Por eso ha resultado tan chocante en este momento una frase de Mayor Oreja, agravada por unas confusas declaraciones del propio Aznar, en torno a quiénes han sido los primeros en combatir a ETA "desde la democracia". Son manifestaciones que sólo contribuyen a dificultar la necesaria unidad de acción entre el Gobierno y el primer partido de la oposición. Es lógico que Rodríguez Zapatero exija aclaraciones al presidente del Gobierno, porque no se entendería, por injusta, una acusación de tal gravedad -hasta la llegada al poder del PP no se luchaba contra el terrorismo desde la democracia, ha venido a decir el presidente- a todos los Gobiernos del PSOE, e incluso de UCD.

Entonces, ¿habrá elecciones anticipadas? Desde el nacionalismo se afirma que nada cambiará porque se mantendrá el equilibrio entre nacionalistas y no nacionalistas. Pero ese argumento supone dar por supuesto que PNV y EA volverán a pactar con EH aunque ETA siga matando. Y ésa es una hipótesis increíble.

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