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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Doble rasero en EE UU

El Gobierno de Estados Unidos ha amenazado con vetar la compra de VoiceStream, la octava compañía de telefonía móvil de EE UU, por la alemana Deutsche Telekom. Con esta actitud, Washington deslegitima sus apelaciones en favor de una mayor apertura de los mercados mundiales y se arriesga a reavivar el soterrado enfrentamiento comercial con la Unión Europea, cuya Comisión ya ha advertido que defenderá los intereses de la operadora alemana en todos los frentes, incluyendo la Organización Mundial de Comercio (OMC). Un hipotético veto a la entrada de la empresa europea en EE UU, bajo el pretexto de que la mayoría de sus acciones (58%) sigue en manos del Estado alemán, causaría con toda probabilidad un daño considerable a los pequeños accionistas de la compañía, no pocos de ellos españoles.Esas reticencias contrastan con el entusiamo con que el Gobierno de Clinton ha defendido a las telefónicas estadounidenses en dos de los mercados que más les interesan: Japón y México. El doble rasero de Washington carga de razón a los más críticos con la globalización, que denuncian la hipocresía de unos Gobiernos partidarios de la máxima apertura de los mercados exteriores para sus empresas y de dificultar el acceso de las extranjeras al suyo.

No sólo hay un problema de falta de reciprocidad y de incumplimiento de compromisos con la OMC. Washington no deja de proclamar en todos los foros internacionales el principio de que la competencia estimula la innovación y el progreso, favorece a los consumidores y sienta las bases para un crecimiento sano. De hecho, no resulta sorprendente que la entrada de una operadora europea en el mercado estadounidense se dé precisamente en el sector de la telefonía móvil, una de los pocas de las nuevas tecnologías en las que el Viejo Continente adelanta a Estados Unidos, y precisamente a través de una de las pocas compañías que utiliza la tecnología europea GSM. Dejar que Deutsche Telekom compita en el mercado americano no sólo resulta una obligación para con los compromisos internacionales de Washington. También estimulará el progreso en el (relativamente) retrasado sector de la telefonía móvil estadounidense, revertirá en beneficio de los ciudadanos y, por último, pero no por ello menos importante, reforzará la posición de los que creen que la apertura de los mercados y la justa competencia son el mejor modo de crear riqueza y contribuir al desarrollo económico del mundo.

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