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Tribuna:ESTAMPAS Y POSTALES
Tribuna
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El zángano luminoso

Miquel Alberola

Detrás de los visillos del Círculo Industrial de Alcoy brilla un zángano luminoso. Se trata de una lámpara de pared en forma de abeja que disuelve las tinieblas del Salón de la Tertulia y se refleja sobre un retrato de Sorolla y la tapa de un piano, proyectando una descomposición de lujo. Los industriales que impulsaron este templo modernista para venerarse a sí mismos eligieron como símbolo este insecto, tres colmenas y un huso textil, sintetizando todo el proceso motriz alcoyano, que ha sido uno de los más vibrantes del territorio.Y este edificio, situado en la rampa de Sant Nicolau, es una de sus expresiones de esplendor. Dentro de este estuche modernista es donde más cómoda se sintió la oligarquía de las fundiciones de hierro y la burguesía textil y papelera, donde arreglaron las bodas de sus hijos, donde hicieron sus cambalaches y, sobre todo, donde mataron el rato. Su origen fue una escisión del Casino de Alcoy producida en 1863. Los sediciosos se instalaron en la Real Fábrica de Paños, hasta que en 1892 compraron la casa que ocupaba el actual emplazamiento de la institución para que Timoteo Briet dibujase el proyecto del edificio y Roque Monllor lo construyese en 1910.

Una de las glorias locales, el pintor Fernando Cabrera, eligió un color verde manzana para su fachada, y para su interior, quizá con el objeto de evitar otras escisiones, se prohibió en su reglamento hablar de política y de religión. Entre los años veinte y treinta los empresarios bailaron el charlestón a ritmo de gramola en el Salón Rotonda, bajo un techo de sombrilla japonesa, y tras el bache de la guerra recuperaron las puestas de largo en ese mismo templete decorado como una tarta de moka y bailaron valses con esmoquin hasta los días de la transición, en los que el Círculo entró en crisis y estuvo en un tris de desaparecer.

Un rescoldo de la burguesía alcoyana todavía celebra aquí con flores y violines las puestas de largo de sus hijas el día de Navidad, pero el parqué de la Rotonda está destinado ya casi sólo a ser pisado por los invitados a los banquetes de las bodas de la alta sociedad, que suponen una de las principales fuentes de ingresos. El Círculo, con 1.400 socios, ha estabilizado su salud, y ha encontrado en sus dos bibliotecas un contrapeso ilustre a su cometido hostelero. Continúa siendo un club privado, pero abierto a Alcoy.

Incluso ha cancelado el precepto que lo convertía en un recinto macho. Las mujeres disponen de una sala con butacas acolchadas y estampados dorados para jugar a la brisca o al póquer sintético, según el ánimo. Mientras, los hombres se hunden en un sofá de cuero raído del Salón Largo pensando en la Reserva Federal o se refugian bajo el oro maduro del zángano tomando un plis-play para aplacar la sed que da la pericana.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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