La transferencia de I+D a la empresa valenciana está estancada, según un estudio de la Politécnica
"El entorno relativo a I+D (Investigación y Desarrollo) de la empresa industrial parece encontrarse en una situación de estancamiento", sostiene un detallado estudio realizado entre 1997 y 1999 por la Universidad Politécnica. El bajo nivel de formación de los empleados y cuadros empresariales, la ausencia de una plan tecnológico y financiero por parte de la Administración valenciana y la escasa transferencia de resultados de los organismos de investigación y de las universidades al tejido industrial dificultan la presencia de productos valencianos (sobre todo, de los sectores tradicionales) en el mercado internacional. De hecho, sólo un 10% de las pymes valencianas obtienen la calificación de "innovadoras".
Sectores innovadores
"Sólo 220 empresas valencianas son activas en la presentación de proyectos I+D a nivel nacional", señala el estudio Patrones del cambio tecnológico en la industria de la Comunidad Valenciana: El caso de La Safor, realizado por los profesores José Albors y Hermenegildo Gil, que se acaba de publicar. El abanico de empresas que han modernizado se amplía a entre 300 y 400, si se tiene en cuenta la población de empresas valencianas que incorpora transferencia tecnológica a través de los programas del Impiva.El reducido impacto de la transferencia de resultados tecnológicos en el tejido industrial valenciano y el bajo nivel de formación de sus empleados y cuadros (por debajo de la media nacional y en una incómoda posición autonómica número doce, según el porcentaje de titulados universitarios), hace que la Comunidad esté clasificada en el programa de previsión tecnológica MONITOR de la Comisión Europea como región de nivel 3. Es decir, figura en el nivel "medio" en inversiones en innovación, junto a Aragón, Castilla-León, Murcia y Asturias, con una aportación al PIB nacional inferior al 10% valenciano. Esta situación resulta "preocupante", si se tiene en cuenta "el liderazgo valenciano en institutos tecnológicos": el 11,6% de las estructuras y organismos de investigación en España están ubicados en la Comunidad Valenciana.
Aunque el tamaño de la muestra final no permite extraer conclusiones definidas a nivel sectorial, precisan los autores, "los sectores tradicionales como textil, metal y calzado muestran una actividad innovadora más débil frente a sectores como el agroalimentario, la electrónica o la cerámica". Los sectores del mueble y juguete destacan positivamente en este sentido.Las empresas innovadoras se caracterizan, pues, por tener un porcentaje de titulados en plantilla bastante mayor que las no innovadoras (10,46% frente a un 5,61%). A su vez, las primeras muestran una actividad exportadora más fuerte (25% frente al 18%) y tienen mejores sistemas de gestión informática (86% frente al 54%). Aunque el análisis subraya que "las empresas manufactureras de la Comunidad Valenciana mantienen un nivel de formación de sus cuadros muy inferior a la media nacional".
Se destaca también que el esfuerzo de modernización del 85% de las pymes se reduce a la compra de equipos informáticos. Y se relegan el resto de factores de I+D, como inversión en mejorar los sistemas de producción, incorporación de personal cualificado y planes de formación continuada.
Sin embargo, el estudio de los patrones del cambio tecnológico en la Comunidad Valenciana rompe una lanza en favor de las dificultades del empresario valenciano para innovar, ya que afirma que "el 58% de la financiación de las actividades innovadoras se realizada con fondos propios fundamentalmente". La financiación bancaria ocupa un segundo lugar y representa sólo el 29% del esfuerzo inversor y la financiación pública se reduce al 13%.
Los autores subrayan la ausencia de un Plan Tecnológico bienal como el impulsado por el Gobierno vasco con una inversión de 112.500 millones (financiado al 50% por la iniciativa privada). Así, el origen de la modernización de las empresas reside en ellas mismas. El 34% declara que el motor del cambio han sido sus propios suministradores. En un 29% de los casos, lo han hecho forzados por sus propios competidores y un 24% teniendo en cuenta las propuestas de sus clientes. "Otras fuentes potenciales de innovación, como consultores, institutos tecnológicos o universidades, se consideran irrelevantes", puntualiza el estudio.
Sólo un 21,3% de las empresas encuestadas declara haber mantenido acuerdos de cooperación tecnológica. Y entre ellos, los acuerdos con organismos de investigación y programas tecnológicos nacionales son superiores (un 38,4%) a los regionales (sólo un 25,6%).
Ello explica, quizá, la débil transferencia de resultados de la I+D de las cinco universidades públicas valencianas al tejido empresarial: mientras los proyectos de I+D en investigación competitiva representaron en conjunto 9.484 millones de pesetas en 1998, el volumen de convenios de investigación contratada se redujo a 1.016 millones. "Excepto la Universidad Jaume I de Castellón, el resto de universidades tienen tendencia a colaborar con grandes empresas y organizaciones del exterior de la Comunidad Valenciana", concluye el estudio.
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