¡Que no te escucho!
Se lo aseguro. Se lo digo de verdad. Cuando alguien me diga "¡Que no te escucho!", mi reacción será muy clara: le diré que es un maleducado, porque, si le estoy hablando y no me escucha, no se merece otro calificativo. Precisamente, en unos tiempos en que nadie "escucha" realmente, todo el mundo "escucha". Ya nadie "oye". Todo el mundo... "escucha"·. Estoy seguro de que pronto oiremos en la radio que las personas al otro lado del éter son los "radioescuchas", con lo cual habremos convertido a los "radioyentes" en "radioaficionados".¿Será posible que nuestros ínclitos periodistas, reporteros, locutores, presentadores, "conductores" de programas, speakers varios de todos los ámbitos, redactores, escritores, empresarios, políticos, sindicalistas, no sean capaces de distinguir la elemental diferencia que existe entre oír y escuchar?
¿Cómo se las apañarán en inglés para diferenciar entre to hear y to listen?, ¿en francés entre entendre y écouter?, ¿en alemán entre hoeren y zuhoeren?, y así hasta el infinito. Si en esas lenguas cometen el mismo error que en la propia, puedo imaginarme la cara de asombro que pondrá su interlocutor. Aquí ya no la ponemos: el disparate lingüístico se ha convertido en norma consuetudinaria.
Bueno, que hablen como quieran, pero yo ya tengo tomada mi decisión: si ellos no me escuchan, porque no pueden oír, yo no pienso oír lo que ellos pretenden hacerme escuchar.- . .
