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Factores de riesgo

Se supone que la capacidad de sorpresa es directamente proporcional al grado de vida que aún le quede a uno. "Yo no he perdido la capacidad de sorpresa", se dice como si fuera un certificado de función vital. En Madrid debemos de seguir vivos de puro milagro y neta paradoja, y aún no nos hemos muerto de un síncope municipal porque ya no nos queda capacidad de sorpresa; pues cada quince días, más o menos, se pronuncia el alcalde o el alcalde prologa. Ha prologado, el señor Álvarez, un estudio sobre drogas, firmado por un tal José Navarro y publicado por un tal Ayuntamiento de Madrid, en el que se incluye (según su propio autor, un "estudio científico de nivel alto realizado con un análisis matemático muy sofisticado... El único estudio que hay en el mundo en lengua española con ese enfoque conceptual y matemático") entre los factores de riesgo social en el consumo de drogas a las personas de "izquierda y de extrema izquierda", así como a las que viven en las "zonas sur y sureste " y tienen un nivel educativo "bajo". Por el contrario, se afirma que tienen menos riesgo de caer en las drogas los "jóvenes de derechas", "estudiantes" y de clase "media-alta".Los ediles socialistas Noelia Martínez, portavoz de la Comisión de Servicios Sociales, y Rafael Merino, representante socialista en el Plan Municipal contra las Drogas, se han indignado y exigen la retirada inmediata de este sesudo estudio que los madrileños hemos contribuido a encuadernar. Hacen bien en indignarse, porque lo que se afirma en ese cálculo tan sofisticado es mentira, porque es de una demagogia ofensiva. Para empezar, entre las distinciones de los factores de riesgo aparece el ser de "izquierdas o de extrema izquierda" frente a ser "joven de derechas": me pregunto por qué a la izquierda le han puesto al lado a la extrema mientras que a la derecha no sólo no le ponen al lado a la extrema, sino que la acompañan de jóvenes. Todo esto después de devanarme los sesos intentando identificar en nuestro crisol social a esa tal "extrema izquierda" (¿quiénes son?), mientras se me abre paso a hostias mentales esa turba de skin heads, neonazis, ultrasures y machacamoros, que tiendo a situar en esa tradición no contemplada por José Navarro llamada "extrema derecha".

Para seguir, eso de que vivir en las zonas sur y sureste de Madrid es un factor de riesgo, en lo que a drogas se refiere, no responde a la realidad. Lo que podría diferenciar a las personas que consumen drogas en la zona sur y sureste de las que lo hacen en la zona norte, noroeste y barrio de Salamanca es que a estos últimos se les nota menos el consumo y sus efectos: porque tienen casas varias en las que hacer fiestas, dinero para entrar en locales del centro y para viajar y medios para, en caso de tener problemas de salud, esconderse en clínicas privadas en lugar de desfallecer en parques públicos. Tampoco sería difícil deducir que, en caso de que los del sur corrieran más riesgo, tal riesgo pudiera estar en consonancia con el mayor riesgo que en general corren en sus vidas (el del paro, por ejemplo).

Así que es comprensible que los socialistas se indignen por lo mentiroso del documento, pero no deberían indignarse, porque lo que afirman esos papeles tendría que ser verdad. Si los jóvenes de derechas fueran coherentes con su ideología (con sus principios, si prefieren la palabra), no probarían las drogas. Pero, como con casi todo, son hipócritas, porque muchos pijos se drogan pero lo condenan. Por el contrario, una ideología de izquierdas (o principios, si quieren) debería asumir que el consumo de drogas, con los riesgos de cualquier cosa en la vida, es un hecho derivado de esa plena libertad del individuo que se supone defiende la izquierda; luego la indignación de la izquierda sería también incoherente.

Habrá que aclararse, pues. A los de derechas (entre los que se incluyen el señor Álvarez y el señor Navarro) les recomiendo que salgan por ahí, de noche pero también de día (quizá puedan entrar imprevistamente en el despacho de algún directivo de nivel), que vean mundo y que miren, sin ir muy lejos, a su alrededor (¿el seno familiar?) para corregir las imprecisiones de su estudio y poner un correctivo a tantos falsos adeptos a su ideología. Y a los de izquierdas les pediría que se dejaran de pamplinas contrarias a su mentalidad y defendieran un ideario básico con sinceridad y valentía, única vía de recuperación, que buena falta nos hace (a ver si en el próximo documento del Ayuntamiento ponen a los jóvenes al lado de la palabra izquierda).

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