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Más de 40.000 personas desafían a la lluvia y acuden al festival de música celta de Ortigueira

Sabiduría

Circula un dicho según el cual los gallegos son los únicos hombres sin sombra, dado el manifiesto absentismo del astro rey por estas latitudes. La meteorología se ha encargado de no dejar malparado al saber popular durante el XVI Festival Internacional do Mundo Celta, que se desarrolló durante todo el fin de semana en Ortigueira (A Coruña) bajo esa lluvia fina y pertinaz que por aquí llaman orvallo, y que por momentos bordeó el puro y simple aguacero.

Pese a los altos designios de la naturaleza, más de 40.000 personas, según la organización, se congregaron en este confín del cabo Ortegal, dispuestos a empaparse de armonía humana y sonora.

Esa variopinta fauna festivalera de folkies, hippies, pies negros, estudiosos de la causa celta y curiosos en general abrió boca el viernes con una buena actuación de Milladoiro, una banda muy vinculada a Ortigueira desde sus inicios, 22 años ha.

Milladoiro ha alcanzado ya ese estadío de serena sabiduría que le permite salvar la cara en cualquier contexto, incluso ante una multitud más receptiva al brinco desbocado que a esa sonoridad minuciosa que defienden Antón Seoane y los suyos. Pero el grupo puede con todo, incluso con la reciente -y alborotada- marcha de uno de sus miembros fundadores, el artista Rodrigo Romaní. Le suple ahora un veinteañero, Roi Casal, que se ha integrado en el grupo con sorprendente aplomo.

Los decibelios, y con ellos el referido orvallo, arreciaron el sábado con Xosé Manuel Budiño y los escoceses Capercaillie, los que desplegaron el mejor sonido del festival, aunque a su música le vendría bien una cierta puesta al día: llevan así como seis años pareciéndose demasiado a sí mismos.

En consecuencia, Budiño, con su gaita bravía y desbocada -pero muy inteligente- terminó concitando el grueso de adhesiones. Sobre todo cuando se permitió la gracia de invitar al escenario a Julián Siniestro Hernández para marcarse una versión gaitero-macarrónica de Miña terra galega.Junto a las figuras consagradas, esta edición ha contado con el atractivo de incluir un escenario para grupos noveles, en el que surgieron al menos dos propuestas muy sólidas, las de La Bruja Gata, sexteto madrileño abanderado del "folclore de ninguna parte", y los coruñeses Proxecto Ninguén, que esta semana publicarán su primer disco.

Anoche, con el cielo ya algo menos encapotado, las féminas eran las encargadas de echar el telón, con las actuaciones de las cantareiras compostelanas Leilia, la gaitera Susana Seivane (flamante portada de Folkroots, la biblia británica del folclor) y las finesas Värttinä, que traían un nuevo disco bajo el brazo, Ilmatar.

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