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Reportaje:

Las calles del infierno

El mapa acústico del centro urbano de Málaga revela la existencia de 13 zonas saturadas

El tráfico, lo peor

Hace algo más de tres años, la Consejería de Medio Ambiente recibía los resultados de un completo estudio sobre el ruido que soportaban las principales urbes de la región. Entonces se midieron los niveles de contaminación acústica en 247 puntos de 18 ciudades, al mismo tiempo que se entrevistaba a los ciudadanos expuestos a la misma, tanto en sus hogares como en la calle. El resultado del trabajo, como se señalaba en las conclusiones, no dejaba lugar a dudas: "Los andaluces son conscientes del nivel de ruido que soportan (...) y existe una fuerte relación lineal entre el ruido soportado (real) y el subjetivo (percibido)". Más de la mitad (51,3 %) de los casi 3.000 andaluces entrevistados confesaron padecer en sus hogares "bastante o mucho ruido", y un 45,7 % de los mismos se manifestaron "muy molestos" por este motivo. Los vecinos de Sevilla y Jaén capital fueron los que más se quejaron del ruido que soportan en la vía pública, mientras que las calles más tranquilas parecían ser, en opinión de sus usuarios, las de Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María, ambas en la provincia de Cádiz. En el interior de las viviendas variaban las apreciaciones, puesto que Málaga capital, La Línea de la Concepción (Cádiz) y Dos Hermanas (Sevilla) encabezaban la lista de ciudades ruidosas.

Si el tráfico es la fuente de contaminación acústica más importante, a gran distancia de otras como las actividades comerciales o de ocio, también es la principal causa de las molestias ciudadanas. Casi el 40% de los encuestados opinó entonces que el ruido que más les irritaba en sus hogares era el de las motos, seguido del de los coches (19,5%) y el originado por los murmullos, voces o gritos procedentes del exterior de las viviendas (10,5%). Los bares y discotecas, auténtica tortura para los vecinos de las conocidas como zonas de movida, aparecían citados en cuarto lugar con una cuota del 7,7%.Los especialistas consideran que, a pesar del tiempo transcurrido, estas apreciaciones no han variado y, además, habría que anotar una cierta tendencia al alza en lo que respecta al nivel de ruido que soportan las ciudades de mayor tamaño, donde las ordenanzas municipales siguen mostrándose poco eficaces para atajar este problema. En cualquier caso, para conocer con detalle cuál es la situación en cada una de estas urbes se hace imprescindible contar con mapas acústicos, como el que se ha comenzado a elaborar en Málaga capital. Incluido dentro de los proyectos financiados por la iniciativa comunitaria Urban, y presupuestado en 32 millones de pesetas, el mapa recogerá información de más de 3.000 puntos, distribuidos por todo el término municipal, en los que se medirá el nivel de ruido ambiental con sus correspondientes variaciones horarias, diarias y estacionales.

Un primer avance de este estudio ya se ha hecho público, y corresponde a la zona centro de la ciudad, en donde se seleccionaron 48 calles que presentaban problemas de ruido. Los puntos de medición sumaron más de 150 y en ellos los equipos de muestreo tomaron datos, a razón de uno por segundo, durante el periodo de tiempo comprendido entre las 12 horas de un viernes y las 10 horas de un martes. Asimismo, se revisó la situación de 164 locales públicos, situados en la zona de estudio, cuya actividad pudiera estar relacionada con la contaminación acústica.

Del total de puntos muestreados, más de la mitad (87) registran niveles de ruido que superan los límites de referencia (65 decibelios). Trece calles o plazas están expuestas a un grado de contaminación sonora que las hace candidatas a ser consideradas, tal y como prevén las ordenanzas municipales malagueñas, Zonas Acústicamente Saturadas. La lista está integrada por las calles Beatas, Casapalma, Comedias, Denis Belgrano, Granados, Hernán Ruíz, Juan de Padilla, Lazcano, Mariblanca, Mosquera y Nosquera, y las plazas de Los Mártires y San Francisco.

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Si se les aplica esta consideración, durante dos años quedará suspendida en estas zonas la concesión de licencias de apertura para actividades que puedan contribuir a aumentar los niveles de ruido. Los cambios de titularidad que se soliciten para alguno de los locales ya existentes incluirán la obligación de efectuar mejoras, como vestíbulos de doble puerta, aislamientos y limitadores acústicos.

Un rincón en silencio

Para los habitantes de una gran ciudad, el valor del silencio se aprecia, por ejemplo, cuando en un espacio tan íntimo como es el propio domicilio no es posible encontrar un rincón en dónde permanecer a salvo de los ruidos. Ese es un espacio reparador, imprescindible desde el punto de vista físico y psíquico, que escasea en las modernas viviendas del centro urbano y que, en parte, explica el éxodo ciudadano hacia las zonas rurales de la periferia. El alto porcentaje de andaluces mortificados por el ruido no es consecuencia sólo de los variados y estridentes sonidos a los que están expuestos, sino que también se debe a las insuficientes condiciones de aislamiento de los inmuebles que habitan. Este fue un apartado que también se analizó en 1996. Después de examinar 199 edificios en toda la región, los autores del estudio advirtieron que solo un pequeño porcentaje de los mismos cumplían con lo establecido por la ley a este respecto. Si desde 1988 es obligatorio dotar a las viviendas de un aislamiento acústico mínimo de 30 decibelios (dbA), esta cifra solo se alcanza en un 14% de los casos, situándose el aislamiento medio en 20,6 dbA. Si las distintas administraciones se decidieran a corregir la contaminación acústica que sufren numerosas poblaciones andaluzas deberían invertir más de 28.000 millones de pesetas, calcula la Consejería de Medio Ambiente. La reducción del ruido en el parque automovilístico sería la partida que precisaría de mayores inversiones: casi 18.000 millones de pesetas,

destinados a corregir las emisiones sonoras de unas 77.000 motocicletas, unos 300.000 turismos y más de 112.000 vehículos pesados.

Le sigue, por su montante, el capítulo dedicado a incrementar el aislamiento de unas 100.000 viviendas, mejorar 5.000 instalaciones de aire acondicionado y construir 20 kilómetros de pantallas acústicas en vías rápidas, actuaciones que suman unos 10.000 millones.

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