Texto íntegro de la propuesta de paz del 'lehendakari' Ibarretxe
El lehendakari Juan José Ibarretxe solicitó ayer discreción a los partidos políticos vascos sobre los contactos y reuniones que viene manteniendo con sus representantes para impulsar un proceso de pacificación y normalización política en en Euskadi. "No voy a entrar en el campo de aquellos que quieren reventar este proceso", advirtió, en relación con las duras críticas que ha dirigido el PP al nuevo documento que Ibarretxe envió hace quince días a todos los partidos, excepto a los populares. No obstante, reiteró que le gustaría poder contar en sus conversaciones "con todos los partidos, cómo no también el PP", formación que rechaza acudir a los llamamientos del lehendakari hasta que el PNV no rompa definitivamente con EH en las instituciones en las que ambos mantienen pactos de gobierno. El documento de Ibarretxe lleva por título Una propuesta inicial de Acuerdos Básicos para la Construcción de un Proceso de Paz y de Normalización Política. Su texto íntegro, al que ha tenido acceso Europa Press, es el siguiente:"Guión-borrador de Acuerdos Básicos para la Construcción de un Proceso de Paz y de Normalización Política.
- Objetivo común: lograr la Paz y la Normalización Política definitiva en la sociedad vasca.
- Compromiso con la defensa de los Derechos Humanos de todas las personas, con el derecho a la vida y renuncia expresa a la violencia como instrumento de acción política, y como condición previa y necesaria para abordar un proceso de normalización a través de vías exclusivamente políticas y democráticas.
- Reconocimiento y aceptación de la pluralidad de la sociedad vasca y nuestro compromiso de respetar y defender la libertad individual de todos sus miembros para que puedan expresar, sin límites y sin coacciones, sus legítimas aspiraciones políticas y personales.
- Un proyecto de convivencia para el conjunto de la sociedad vasca sólo puede construirse desde la libre adhesión, desde el respeto a los derechos inalienables de todas las personas, desde la tolerancia mutua con todos los proyectos y desde el compromiso inequívoco con las reglas del juego democrático para aceptar lo que la propia sociedad vasca decida en cada momento.
- Reconocimiento de la existencia en el seno de la sociedad vasca de distintas sensibilidades -todas legítimas- en relación con el nivel de autogobierno deseado, así como con el sentimiento de identidad nacional y con el grado de aceptación del actual marco jurídico-político. La constatación de esta realidad hace preciso abordar un proceso de diálogo que permita, en su caso, ampliar los consensos actualmente existentes sobre estos aspectos, para evitar, tanto la fractura social como la exclusión por razones ideológicas, de un determinado sector de la población vasca.
- Reconocimiento ético, moral y material a las víctimas de la violencia y del terrorismo, de cualquier signo, de tal forma que se propicie un proceso de reconciliación en el seno de la sociedad vasca.
- Necesidad de impulsar gestos de distensión y de humanización del conflicto: cese de toda acción vulneradora de los derechos humanos, cumplimiento de los acuerdos y compromisos en materia de política penitenciara, desarme verbal...
- Manifestamos nuestro compromiso con un final dialogado sobre dos premisas básicas: respeto a los derechos humanos y compromiso de utilización de las vías exclusivamente políticas y democráticas para la defensa de las ideas; respeto a lo construido hasta ahora, a lo que hoy somos, a los ámbitos jurídico-políticos que nos hemos dotado para, desde esta realidad, poder decidir, libre y democráticamente, lo que queramos ser en el futuro.
La sociedad vasca, tras la ruptura de la tregua de ETA el pasado 3 de diciembre de 1999, se enfrenta, de nuevo, a un escenario de violencia.
Los ciudadanos y ciudadanas vascas han asistido perplejos al cruce de reproches y acusaciones que los responsables políticos nos hemos trasladado, tanto en la gestión del propio proceso de tregua, como posteriormente, en relación con la responsabilidad sobre su ruptura.
En definitiva, todos, en mayor o menor medida, debemos hacer una reflexión serena porque nuestra incomunicación y nuestros posicionamientos, a veces inflexibles frente a los de los demás, han generado una situación de crispación y de enfrentamiento político que no ha contribuido en absoluto a generar el clima de serenidad y de cohesión social que una sociedad, tan plural y tan madura como la sociedas vasca, exige y necesita.
Hemos cubierto una etapa. Una etapa en un proceso irreversible, porque este Pueblo no va a resignarse a volver al pasado y a sufrir encadenado de nuevo en la noria infernal de la violencia.
Con la ruptura de la tregua por parte de ETA, debemos dar por finalizada, por tanto, una etapa de ausencia de atentados ciertamente ilusionante, pero que ha estado marcada por la incomunicación, por la acumulación de fuerzas partidistas y por la división, cuando no por el enfrenamiento abierto entre distintos proyectos que representan legítimanente a las diferentes sensibilidades que anidan en el seno de nuestra sociedad. No es posible construir ningún proyecto de convivencia futuro sobre la imposición de una parte de la sociedad vasca sobre la otra. Lo que sea la sociedad vasca en el futuro lo será gracias al concurso de las voluntades de todos y cada uno de sus miembros. Tenemos que partir del reconocimiento y del respeto a las ideas y a la voluntad individual del otro, para establecer un clima de entendimiento político que propicie unas mínimas condiciones de normalidad para abordar futuros consensos aún no alcanzados en Euskadi.
Nadie puede negar nuestra realidad social ni nuestra realidad política. Hay que partir de su reconocimiento, de lo que somos hoy, y sobre esta realidad trabajar todos juntos para definir lo que queremos que sea en el futuro. Sin exclusiones, sin aislamientos, sin vetos, sin violencia y desde el respeto a los derechos humanos de todas las personas sin excepción.
Queremos iniciar una nueva etapa en el largo camino por la Paz y de la Normalización Política que la sociedad vasca ha emprendido. Y queremos hacerlo todos juntos. Admitiendo nuestras diferencias, asumiendo que nuestras ideas y planteamientos puedan no ser coincidentes, pero reconociendo mutuamente la legitimidad de todos los proyectos defendidos exclusivamente por las vías políticas y democráticas.
Esta nueva etapa sólo puede estar fundamentada en el diálogo multilateral como método básico para avanzar en la resolución del conflicto de violencia y de normalización que sufre la sociedad vasca, y en el establecimiento de una serie de Acuerdos Básicos o de principios comunes compartidos entre todos a partir de los cuales se puedan edificar posteriormente nuevos puntos de encuentro para la convivencia.
Desde esta perspectiva, se trata, como no podía ser de otra forma, de una reflexión abierta, que no pretende agotar de ninguna manera la aportación al futuro debate".
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