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Solidarios con los Balcanes, todavía XAVIER RIUS-SANT

Hoy, 15 de julio, con la inauguración de la nueva sede de la oficina de Barcelona en Sarajevo y de la asociación Barcelona-Sarajevo, dirigida ya exclusivamente por ciudadanas y ciudadanos bosnios, la cooperación de Barcelona y Cataluña con Bosnia inicia una nueva etapa, una vez que el Ayuntamiento de Barcelona ha clarificado su política de cooperación internacional. Política de cooperación que repercute en otras instituciones y ONG que desarrollan proyectos en los Balcanes, no sólo porque muchos de estos proyectos se realizan en colaboración con Barcelona, sino porque la existencia de oficinas en Sarajevo y Pristina permite dar apoyo logístico, continuidad y seguimiento a los proyectos.Esta colaboración de Barcelona con los Balcanes se inició durante las Olimpiadas de 1992, cuando la también ciudad olímpica de Sarajevo era asediada. Tras el fin del cerco de Sarajevo, en 1996, Barcelona creó el llamado Distrito 11, ubicado en la capital bosnia. Así asumió diversos proyectos, entre los que destacan la reconstrucción del barrio de Mojmilo y del estadio olímpico, se abrió una oficina o embajada en Sarajevo que serviría de base logística para otros ayuntamientos catalanes y organizaciones no gubernamentales.

Pero la solidaridad no se centraría sólo en Sarajevo, y en mayo del pasado año la cooperación humanitaria se hizo extensiva a los deportados de Kosovo en Albania y Macedonia con el envío de ayuda de todo tipo y dejando una flota de camiones conducidos por policías, bomberos y personal de Barcelona y otros municipios como Mataró, L'Hospitalet, Sant Feliu de Llobregat o Sabadell, que se pondrían al servicio de Naciones Unidas. De esta forma, el 13 de junio del pasado año el primer convoy humanitario que entró en Pristina, tras la rendición del ejército serbio, fue precisamente el de estos camiones de Barcelona.

La reconstrucción de una quincena de escuelas fue el principal proyecto que asumió Barcelona en Kosovo con la colaboración de arquitectos de Lleida Solidaria.

En noviembre, el llamado Distrito 11, creado por Pasqual Maragall, desapareció como tal, y los programas de solidaridad con los Balcanes, Palestina o con los afectados por el terremoto de Turquía pasaron al nuevo departamento de cooperación y a la recién creada área de Relaciones Internacionales. Pero pese a la inquietud que generó en las ONG y en el mismo gobierno del cantón de Sarajevo, se mantuvieron las oficinas de Barcelona en Sarajevo y Pristina.

Ahora, tal vez para salvar las suspicacias que provocó la desaparición del Distrito 11, el departamento de cooperación del Ayuntamiento barcelonés ha recuperado este nombre y ha pasado a llamarse Distrito 11-Cooperación. Y mientras se seguirá apoyando y financiando proyectos en Bosnia gestionados ya por los mismos bosnios y las ONG, se pretende desarrollar un importante papel en Pristina con la asistencia técnica y material en ámbitos como el plan urbanístico, el tratamiento de residuos o la gestión municipal.

El mantenimiento de las oficinas y proyectos en Kosovo y Bosnia es una buena noticia para los receptores de la ayuda y para las ONG y otros ayuntamientos que trabajan en los Balcanes. Pero, sobre todo, muestra que Barcelona quiere seguir comprometida con los valores de solidaridad y ayuda a las víctimas de los conflictos armados y odios interétnicos. Abandonar dicha línea de acción iniciada en 1992, ahora que la ciudad se prepara para acoger el Foro Universal de las Culturas, hubiera sido un despropósito.

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