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Tribuna:TOUR 2000. Novena etapa. LA CLAVE
Tribuna
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Empieza lo bueno

A partir de ahora todo va a cambiar en el Tour. Al menos fisiológicamente hablando: hoy es la primera etapa de alta montaña. Y quedan otras cuatro ¿Tan diferente es pedalear en llano, como a lo largo de la semana pasada, que pedalear cuesta arriba? Sí, y mucho. Primero, porque el principal enemigo con el que se encuentra el ciclista en la alta montaña ya no es la resistencia del aire (y por tanto la aerodinámica de cada uno ya no es un factor determinante) sino la fuerza de la gravedad. Al disminuir la velocidad de desplazamiento del llano a la montaña (de 40 a 20 kilómetros por hora, en números redondos), también se hace más fuerte otro enemigo natural del ciclista: el rozamiento de las ruedas sobre el asfalto. Así, no olvidemos lo que algunos olvidan: la dureza de un puerto no se mide sólo por sus desniveles, también por el estado de su asfalto Y en los Pirineos y Alpes es especialmente rugoso. "Se agarra mucho", dicen los ciclistas.La fuerza de la gravedad es directamente proporcional a la masa (en este caso, la del ciclista y su bicicleta). Por ello, para cuantificar el rendimiento de un ciclista subiendo un puerto de montaña ya no hablamos tanto de vatios en términos absolutos, sino más bien de vatios divididos por kilogramos (kg) de peso del ciclista (se suele obviar el peso de la bicicleta). Así, y siempre en números redondos, si un buen rendimiento fisiológico en una contrarreloj llana equivale a generar unos 400 vatios de potencia, en las subidas a los puertos de primera categoría o de fuera de categoría equivaldría a unos 6 vatios por kg. Veamos un ejemplo de la importancia del peso corporal en la ascensión al último puerto de la etapa de hoy, el Hautacam: nada menos que 13,5 kilómetros al 7,9% de desnivel medio. Si un ciclista ligero (64 kg de peso) quiere subir a una nada desdeñable velocidad media de unos 18 kilómetros por hora (lo que equivale a una potencia relativa de unos 6 vatios por kg) debe generar una potencia absoluta media de unos 400 vatios. Unos cincuenta vatios menos que un ciclista 10 kg más pesado (un rodador o contrarrelojista, pongamos por caso). Y cincuenta vatios de diferencia son muchos vatios. Quizás demasiados, por mucho que los más pesados tengan más fuerza en términos absolutos, al poseer mayor masa muscular. Así que a nadie le extrañe ver esta tarde a muchos ciclistas ligeros, los escaladores, en los puestos de cabeza. Y que nadie dude del enorme mérito de los más pesados (¡qué mejor ejemplo que Induráin con sus 80 kilos!).

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La postura sobre la bicicleta también cambia con respecto al llano. Como ya no importa casi la aerodinámica (al menos por encima del 8% de desnivel), los ciclistas pueden alternar entre ir sentados e ir de pie en bailón sobre su bici. La primera postura es más económica, pues el esfuerzo se concentra más en la musculatura del cuádriceps. En cambio, al subir de pie se gastan más energías (pues intervienen otros músculos, como los del tronco superior, por ejemplo), pero a cambio se puede imprimir más fuerza a los pedales y quizás circule mejor la sangre a través de las arterias ilíacas (en la parte de delante de la articulación de la cadera) en su tránsito hacia los músculos de las piernas.

La cadencia de pedaleo (unas 70 pedaladas por minuto) suele ser sensiblemente menor que en el llano, si bien los motivos para ello no son tan claros. En efecto, los ciclistas podrían subir igual de rápido moviendo desarrollos más ligeros (39x 23-25) a cadencias similares a las que emplean en las etapas llanas o en las contrarrelojs (unas 90 revoluciones por minuto), pero, en general, prefieren mover desarrollos más exigentes (39x17-21) e ir más atrancados. Tan diferente es subir a llanear que hasta el corazón parece comportarse de un modo diferente: la frecuencia cardíaca correspondiente al umbral anaerobio suele ser entre 5 y 10 latidos por minuto más alta subiendo puertos. Así, para algunos llanear a 170 latidos por minuto puede representar una verdadera tortura mientras que se sienten relativamente cómodos si suben un puerto a esas pulsaciones.

En las etapas de alta montaña el ciclista, además, pasa gran cantidad de tiempo haciendo un esfuerzo de intensidad alta o muy alta: dos horas entre el 70% y 90% de su capacidad máxima de esfuerzo (entre 145 y 175 latidos por minuto, aproximadamente): es decir, sufriendo bastante, aunque no al límite. Y media hora por encima del 90% de su límite: es decir, media hora de sufrimiento infernal, con los músculos produciendo gran cantidad de lactato, el corazón disparado a más de 175 latidos por minuto y los pulmones ventilando más de 100 litros de aire por minuto. Y ya de entrada, el primer contacto con la montaña se las trae: un verdadero muro llamado Marie Blanque. Nada menos que 4 kilómetros seguidos de asfalto rugoso con desniveles siempre superiores al 11%. Y sin un solo descanso.

Alejandro Lucía es fisiólogo de la UEM.

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