Taxis escalofriantes
Los responsables de la Unión de Consumidores de Sevilla andan persignándose desde que descubrieron los resultados de un estudio sobre los taxis de la ciudad. El trabajo de campo, hecho con el fresquito de los 35 grados, demuestra que sólo el 20% de los taxis circula con el aire acondicionado encendido. Unos datos que producen más escalofríos que calenturas. Las temperaturas de 40 grados en Sevilla son de toda la vida; la querencia de los pasajeros por el aire acondicionado es un capricho de los últimos años. Para una carrera corta, no merece la pena conectar esa refrigeración que tantos resfriados provoca en agosto. En realidad, el aire acondicionado tiene sentido en otras ciudades norteñas de sol tímido y calor escaso. En Cantabria, por poner, está bien que la clientela se suba a un taxi y encuentre un ambiente similar al del exterior. Fresquito y tal. Ni tienen que desprenderse de la chaqueta ni desnudarse al bajar del coche. Ni remolonean para salir a la calle de nuevo.
Pero en Sevilla sería una faena. Si un cliente, después de una espera de 20 minutos, a eso del mediodía, en una avenida pelada y sin sombras, se monta en un taxi con temperaturas de 21 o 22 grados corre el riesgo de quedarse a vivir en el asiento trasero hasta septiembre, mes arriba, mes abajo. Se perdería esos apacibles domingos de agosto en la playa, renunciaría a las relaciones familiares, sacrificaría las siestas, dejaría de consumir en las terrazas de la ciudad. Un desastre, se mire como se mire. Un caos económico, familiar y social. O sea, que los pasajeros del taxi y los consumidores en general deberían agradecer la sensibilidad de esos profesionales que sólo piensan en el bienestar de los demás. Parte de ese bienestar es la rapidez con que un cliente baja del taxi. A más calor, menos pereza. Si uno se achicharra dentro de un taxi sale con suma diligencia al exterior para seguir cociéndose al aire libre, que es más gustoso.
Esa predilección de la mayoría de los taxistas sevillanos por cocinarse junto a sus clientes podría tener su respuesta en otro informe, presentado por el médico Víctor González. Más de la mitad de los sevillanos duermen mal. El resultado: a la gente le cambia el humor. Si se cruzan los datos con el estudio de la UCE seguro que detrás de la falta de aire acondicionado en un taxi se esconde una mala noche.
TEREIXA CONSTENLA
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