Reinventar México
Para México se abre un periodo delicado -cinco meses de cohabitación histórica, nunca experimentada-, en el que un presidente electo, que por primera vez no es del PRI, deberá tomar las riendas de un país ahormado durante generaciones a imagen y semejanza del partido-Estado dueño de los resortes del poder. Setenta años no se borran de un plumazo. Y si en el PRI han salido a relucir los cuchillos para pedir explicaciones a Ernesto Zedillo, presidente saliente, por una derrota que no estaba en el guión de los dinosaurios del partido, Vicente Fox, el triunfador, deberá atarse los machos para no defraudar las inmensas expectativas depositadas en él.El voto histórico del 2 de julio ha abierto la puerta a una democracia pluripartidista donde reinaba un régimen petrificado, basado en el clientelismo y en el privilegio. Como no podía ser menos, el salto adelante mexicano ha roto los goznes del partido único, que busca ya desesperadamente un jefe capaz de evitar su fragmentación y eventual desaparición. El Partido Revolucionario Institucional, sin embargo, no es todavía un cadáver. Controla palancas de enorme poder y sus métodos son todo menos timoratos.
Mover un país de cien millones de habitantes, donde todo ha valido durante décadas con tal de mantener el poder, es tarea para gigantes. Y no ayudará el interregno hasta diciembre, en que el actual presidente tiene ya poca capacidad de actuación, y el nuevo y su equipo tendrán que enterarse de dónde están los papeles. En este periodo se han fraguado los peores momentos económicos y financieros por los que ha pasado México. Fox, que tiene mucho de incógnita, ha prometido un cambio radical en la manera de gobernar; pero, vaguedades aparte, no ha dicho qué cambiará o cómo. Esa falta de plan concreto contrasta con la magnitud del desafío que le aguarda. Poner en pie un Estado moderno significa entrar en cruzada contra la ubicua pobreza, la desigualdad, el narcotráfico, la atrincherada corrupción y la disparada delincuencia. El líder del Partido de Acción Nacional (PAN) tendrá que reinventar una burocracia devorada por el soborno, despolitizar la justicia, hacer de la venal policía mexicana una fuerza respetada y profesional. Todo ello con un Parlamento en que el PAN carece de la mayoría necesaria.
Transformar México en instrumento de progreso social es tarea que probablemente requiere varias vidas. Vicente Fox sólo tiene seis años para iniciarla. Necesitará el apoyo de muchos, dentro y fuera de su país. Para empezar, en estos cinco cruciales meses.
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