Pujol asume ahora que la Ley de Extranjería causa un 'efecto llamada' y pide su cambio "ponderado"

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, entonó ayer un mea culpa y proclamó que la vigente Ley de Extranjería, aprobada en diciembre, "se trató con ligereza y no es la que debía ser". Pujol se sumó a las tesis del ministro del Interior, Jaime Mayor, respecto al efecto llamada que provoca el texto actual, abogó por su cambio "ponderado" y pidió a todos los partidos el consenso con el Gobierno en torno a su reforma. Defendió el reconocimiento de los derechos de los inmigrantes pero también añadió que "todos los países evitan las llegadas indiscriminadas" de extranjeros.

Cuatro problemas

Pujol, en una conferencia que ayer ofreció en Madrid entonó el mea culpa de su partido, CiU, y de las demás formaciones políticas por su actitud ante la Ley de Extranjería, aprobada en diciembre de 1999. El presidente de la Generalitat, señaló reiteradamente que "algo no funcionó bien", que "la ley no fue la que debía ser" y que "se trató con ligereza" en su tramitación. Atribuyó todos esos eventuales errores a "un fallo de origen" ya que los partidos y el Gobierno no siguieron "de cerca la elaboración de la ley". Asimismo, reconoció que le faltó valor para congelar el proyecto de ley y postergarlo hasta después de las elecciones generales ya que se aprobó tres meses antes de las mismas.La intervención de Pujol ayer estuvo llena de llamadas a la responsabilida de los partidos, a la honestidad y al consenso ante un proyecto que afecta al "futuro del país" y cuya reforma defendió. También señaló que esta reforma no tendrá consecuencias electorales.

Dentro del capítulo autocrítico, Pujol dio la razón a Mayor cuando señala que la vigente Ley de Extranjería provoca un efecto llamada. Pero también añadió que "el principal efecto llamada procede del subdesarrollo de los países de donde vienen los inmigrantes". Señaló que la emigranción plantea cuatro problemas: el dramatismo de los casos de ilegalidad; la marginación y explotación de los inmigrantes por parte de algunos empresarios, y la xenofobia y los complejos de culpabilidad en la sociedad receptora.El presidente de la Generalitat no precisó sus líneas de reforma pero adelantó algunos criterios generales. Por un lado, aclaró que la reforma de la ley debe tener en cuenta que "todos los países evitan las llegadas indiscriminadas de inmigrantes". Por otra parte, insistió en que la ley reformada debe seguir siendo "una ley de integración".

En este último sentido, defendió que la reforma de la ley mantenga los derechos sindicales, a la reagrupación familiar, a la sanidad, vivienda y, en general, todos los señalados por la ley aprobada en diciembre. No obstante, también apuntó que la reforma debe tomar medidas ante la inmigración ilegal, pero no precisó más.

Insistió en dos aspectos fundamentales a la hora de abordar el problema. Por un lado, el esfuerzo institucional para integrar a los inmigrantes en la sociedad española. Y por otro, lograr el respeto por parte de los extranjeros a las costumbres de las poblaciones que les acogen. Pujol también defendió que el consenso, que reclamó a los partidos, se extienda también a las comunidades autónomas. Puso especial énfasis en la participación de las autonomías en las decisiones que afecten a la reforma de la Ley de Extranjería. "No es lo mismo la inmigración que va a Cataluña que la que afecta a Madrid. Como tampoco es lo mismo la inmigración en las comunidades industriales que en las comunidades agrarias", arguyó.