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ZAVEN KHACHATURIAN Neurofisiólogo

"Poder generar neuronas será tan importante como llegar a la Luna"

Deslumbrado por el origen del conocimiento y estudiando los mecanismos por los que el cerebro humano realiza los procesos de aprendizaje, el neurofisiólogo Zaven Khachaturian llegó a interesarse por los también complejos y fascinantes mecanismos de los procesos del olvido. "Así nació mi gran pasión por la enfermedad de Alzheimer", confiesa. Nacido hace 53 años en Armenia y afincado en Estados Unidos desde 1965, Khachaturian ha creado en el país norteamericano la más ambiciosa red de centros de investigación en Alzheimer del mundo. En 1982 formuló la hipótesis unificadora del calcio, que explica cómo se altera este elemento dentro y fuera de las neuronas y hace que éstas envejezcan y mueran. Khachaturian, que actualmente es asesor científico de la Fundación Alzheimer de Estados Unidos y cada semana realiza de dos a tres viajes por distintos países para llevar el mensaje de que "hay que doblegar al Alzheimer desde la investigación y el diagnóstico precoz", ha participado en Madrid en una reunión científica internacional organizada por la Fundación Salud, Innovación y Sociedad (SIS). Invitado por el neurólogo español José Manuel Martínez-Lage, presidente del Club Alzheimer y Envejecimiento del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS), Khachaturian considera que España es un país modelo para "plantar cara a esta enfermedad en su triple vertiente clínica, social y de investigación, pues posee una buena red asistencial, una sólida estructura familiar y un respetable potencial investigador".

Khachaturian pretende convencer a su colega Martínez-Lage de crear en territorio español un Centro de Investigación Alzheimer, coordinado con los de Estados Unidos. En este país y desde su puesto hasta 1995 como director del Instituto Nacional del Envejecimiento, pertenciente al Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, Khachaturian ha impulsado la creación de 30 centros de Alzheimer, tanto clínicos como de investigación, coordinados entre sí y repartidos por las costas este y oeste, que es donde se concentra la mayoría de la población del país norteamericano.

"Lo he conseguido", dice, "sin levantar grandes edificios, pero sí contando con el apoyo de científicos como Glenner, que descubrió en 1983 la implicación de la proteína amiloide en la patogenia de la enfermedad de Alzheimer; Selkoe, que está investigando una vacuna para esta demencia; Prusner, premio Nobel que descubrió la proteína prión, y Roses, que en 1993 averiguó la importancia del gen de la apoliproteína E en el Alzheimer".

Khachaturian estableció en 1998 los criterios neuropatológicos mínimos, universalmente admitidos, para la confirmación post mortem del diagnóstico de Alzheimer, así como los criterios clínicos para determinar esta enfermedad mediante análisis de sangre o del líquido cefalorraquídeo.

A pesar de que los años noventa fueron declarados por el Gobierno de Estados Unidos la década del cerebro, los avances más importantes en la enfermedad de Alzheimer en este país no han venido de la mano de esta iniciativa política, según Khachaturian, sino de la gran labor desarrollada por el Instituto Nacional del Envejecimiento.

Actualmente, en palabras de este experto, la suma total de lo que se ha invertido desde 1978 hasta 2000 en la enfermedad de Alzheimer en Estados Unidos, procedente tanto del sector público como del privado, asciende a unos 3.000 millones de dólares, cifra que representa lo que se gasta en un solo año en ese país en investigación sobre el cáncer o en dos años en investigación sobre el sida.

"Esto es una gran paradoja, si tenemos en cuenta que, por ejemplo, el cáncer afecta por término medio cinco años de la vida de los pacientes, cuando el Alzheimer afecta como media de 10 a 20 años", replica.

Para este especialista, que destaca que dentro de 20 años la esperanza de vida del ser humano llegará a los 100 años, las primeras alteraciones cerebrales que conducen a la aparición de la enfermedad de Alzheimer se producen a partir de los 30 años de edad, pese a que el proceso empieza a manifestarse generalmente a partir de los 60 años.

"Imaginemos", sugiere, "que Picasso, que murió con 93 años, hubiera tenido Alzheimer desde los 60. ¿Cuántas obras de las que pintó este genio no habrían conocido la luz? ¿Cuántos años de creatividad se habrían perdido? Lo mismo podemos decir de músicos, escritores y otros artistas".

Khachaturian afirma que ha muerto el dogma cajaliano que postula que en la edad adulta no se producen nuevas neuronas y apuesta por las líneas de investigación en neurogénesis.

"Si logramos extraer neuronas humanas para que puedan replicarse en un modelo animal y más tarde trasplantarlas al ser humano, habremos dado un paso tan importante para la humanidad como descubrir América y llegar a la Luna. Porque este proceso de neurogénesis, es decir, de formación de neuronas a partir de células madre o progenitoras, será aplicable a muchos procesos severos que afectan al sistema nervioso central, como el Alzheimer, el Parkinson, las lesiones medulares o el ictus cerebral", afirma el neurofisiólogo.

De acuerdo con los cálculos de la Alzheimer's Disease International, Khachaturian sostiene que para el año 2025 habrá 10 millones de enfermos de Alzheimer en los países desarrollados y 24 millones en los países en vías de desarrollo.

"El 70% de los enfermos", dice, "estarán en China, India y Latinoamérica, que es donde más población hay". El neurofisiólogo sostiene que aunque ningún país del mundo está bien preparado en términos sociosanitarios para hacer frente a esta epidemia, los países ricos tienen que ayudar a los pobres, porque disponen de muchos más medios y conocimientos. "El más elemental sentido humanitario de la vida nace en el cerebro. Los valores de la solidaridad no se pueden desarrollar sin un cerebro sano. Por ello debemos luchar contra el Alzheimer", añade.

Khachaturian afirma que el estudio de la enfermedad de Alzheimer le ha enseñado a valorar la inteligencia humana, que radica en el cerebro; "que nos enseña a comunicarnos, porque la esencia del hombre está en la comunicación con los demás y en el acto de amar y, al fin y al cabo, amamos con el cerebro, aunque se diga que amamos con el corazón", señala.

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