Inseguridad social
Estos días mi familia ha vuelto a vivir momentos de gran inquietud, intranquilidad y muchísimo temor ante la gravedad por la que atraviesa uno de sus miembros, mi prima, una mujer joven -tiene 31 años- aquejada de apendicitis, mal diagnosticada en urgencias del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla.Una simple apendicitis que podía haberle costado la vida, como ya ocurriera, en diciembre de 1977, a mi hermana, una chica de 17 años, mal diagnosticada en consulta y peor atendida en la Clínica San Vicente, de Huelva.
¿La historia se repite? ¡Sí, desgraciadamente! La historia de las urgencias repletas en los hospitales públicos, de la falta de atención a los pacientes que allí acuden porque están literalmente doblados de dolor y necesitan atención urgente, de, tal vez, falta de personal para atender tantos casos o, quizá, falta de medios técnicos para un diagnóstico acertado y sobra, eso sí, de recetas, cantidad de medicinas y... a casa, a mejorarse o a pasar a mejor vida, con una buena dosis de calmantes para aliviar esos dolores agudos.
Pero dolores ¿de qué? No hay seguridad: ¿cólico nefrítico?, ¿quiste ovárico?, ¡vaya usted a saber! Calmantes por si acaso.
Y el caso es que podía haber degenerado en peritonitis aguda (como hace 23 años) si, tras ocho días de medicación, calmantes incluidos, y de ir de acá para allá, no hubiese sido intervenida de urgencias en el Hospital Vigil de Quiñones, de Sevilla, en el que desde el primer momento ha sido atendida por extraordinarios profesionales.
Con esta carta quiero expresar mi indignación e impotencia, toda vez que denunciar tanta inseguridad social.- Luisa Mª Martín Alonso. Sevilla.
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