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Empresas españolas aspiran a participar en el mayor plan mundial de nucleares

Miguel González

Mientras los países occidentales empiezan a cerrar sus centrales atómicas, China está inmersa en pleno proceso de nuclearización, en el que aspiran a participar las empresas españolas. El 70% de la energía consumida en China procede de centrales térmicas de carbón, mientras que sólo el 1% es nuclear, que en el país asiático se presenta como limpia y segura. China dispone ahora de sólo tres centrales nucleares, con una potencia de 2.167 megawatios, pero hay otras cuatro en construcción, y el plan quinquenal cuya aprobación está prevista para el próximo marzo prevé entre 4.000 y 6.000 megawatios más. Se trata del plan de construcción de centrales nucleares más ambicioso del mundo y España no quiere quedarse al margen. Cuenta con una ventaja: la empresa Equipos Nucleares, SA, ya suministró en su día un generador para la central de Qing Han, cerca de Shanghai. Ahora ha formado un consorcio con otras firmas españolas -Initec y Babcock Wilcox- y se ha asociado con las multinacionales Westinghouse, estadounidense, y Mitsubishi, japonesa, para ofertar centrales nucleares del tipo de Vandellós II, en Tarragona. Su principal rival es la compañía francesa Framatome. Para impulsar esta operación, cuyo coste económico ni siquiera los interesados se atreven a pronosticar, el Gobierno español ha suscrito con el chino un Acuerdo de Cooperación Nuclear con Fines Pacíficos que debe ser firmado en las próximas semanas.

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13 acuerdos comerciales

El programa nuclear no es el único en el que se han fijado las empresas españolas. Con motivo del seminario empresarial hispano-chino, que ayer clausuró Aznar en Pekín, se han firmado 13 acuerdos entre compañías de los dos países. Indra suministrará un centro de simulación de vuelo para entrenamiento de pilotos, Alcatel participará en la extensión de la telefonía rural, Sol Meliá en la expansión del turismo y las principales constructoras españolas en las nuevas líneas de metro de Tianjin y Nanjing, entre muchas otras. En un país con más de 1.300 millones de habitantes y un crecimiento económico sin parangón en el mundo, las dimensiones del más modesto negocio resultan astronómicas.

Aznar recordó ayer, ante los más de 250 empresarios españoles que le acompañan en su periplo asiático, que España está a la cola de los países europeos en su comercio con China: sus exportaciones no llegan a una doceava parte de las de Alemania o a una sexta parte de las de Francia y además no paran de disminuir, por lo que la cobertura de la balanza comercial es sólo del 22%. "Queremos que nuestros amigos chinos nos sigan vendiendo mucho, pero que nosotros les vendamos más", afirmó, antes de pedir ayuda al Gobierno de Pekín para "reducir un déficit enormemente elevado".

"España no puede permitirse el lujo de estar ausente de un mercado como el chino", proclamó, y recordó que el Gobierno ya ha ampliado hasta 2003 su línea de crédito de 700 millones de dólares (123.000 millones de pesetas), la más generosa con ningún país.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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