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Tribuna
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Homologación y atraco

Juan José Millás

El mismo día en el que me enteré de que la delincuencia había bajado en Madrid un tres por ciento, me dijeron que el Gobierno autónomo se había subido el sueldo un treinta, un cuarenta y hasta un cincuenta por ciento. Algo falla, pensé; la delincuencia debería haber bajado más y los sueldos deberían haber subido menos, sobre todo cuando los políticos tienen la boca llena de moderación salarial. Bostezan y les sale moderación salarial; tosen y escupen perdigones de moderación salarial; no dan dos pasos, en fin, sin recomendar moderación salarial para los otros, mientras ellos practican el desenfreno salarial con el dinero de nuestros impuestos. La bajada del delito ha sido absorbida de inmediato por la subida de Gallardón y Cía. Eso sí que es delito. Lo que te dan por un lado te lo quitan por el otro. Si hiciéramos una encuesta para ver qué ha notado el ciudadano más, si el descenso del delito o el aumento salarial de Gallardón, encontraríamos muchas sorpresas.-¿Tú notas que te atracan un 3% menos? -he preguntado a mi vecino arriba.

-A mí me siguen atracando lo mismo que antes, la verdad.

-Pues deberían atracarte un 3% menos. Reclama en la ventanilla de delitos.

Llamo a la puerta del vecino de abajo:

-¿Qué notas más, la bajada del 3% o la subida del 30%.

-La subida del 30%, desde luego, sobre todo porque resulta incomprensible que el delito, que es malo, se comporte mejor que los salarios, que son buenos. Debería ser al revés.

Claro que, como ha repetido hasta la saciedad el consejero de Economía de Gallardón, los salarios de estas personas tan respetables no suben, sino que se "homologan". Ahí está el secreto de atracar sin vulnerar la ley. La próxima vez que entres en un banco con una metralleta no debes gritar "esto es un atraco", sino "esto es una homologación".

-¿Y si atracamos esa farmacia?

-Yo prefiero homologarla, que es lo mismo, pero sin riesgo.

A mí me falta valor para ser delincuente, pero si algún día venzo los escrúpulos, lo primero que haré será homologarme. Menos mal que los delincuentes no son muy aficionados a leer los periódicos, porque si vieran la homologación de Gallardón saldrían a la calle a homologarse y no quedaría un banco ni un transeúnte sin atracar.

Lo curioso es que mientras estos señores se homologan con furia, el trabajador normal y corriente se deshomologa. ¿O no es una deshomologación que a uno le suban la carestía de la vida (que suena fatal, por otra parte: carestía de la vida), mientras que algunos cargos regionales se suben hasta el 50%? El problema es que, como la palabra deshomologar no existe, no tiene uno ventanilla en la que poner una queja.

Hace poco perdí en el aeropuerto una maleta e hice la reclamación en el mostrador correspondiente. Al dar la vuelta, sin embargo, me la encontré junto a una papelera. Observé su contenido y, como no me faltaba nada, regresé a la ventanilla de reclamaciones para dar aviso. Pero me dijeron que desreclamar era más complicado que reclamar. De hecho, el funcionario me aconsejó que no desreclamara si no quería meterme en líos.

-Usted tiene su maleta, ¿no? Pues márchese a casa y deje que las cosas sigan su curso.

Me fui un poco inquieto, pero la verdad es que hasta ahora no he recibido noticias, mientras que si hubiera desreclamado me habrían puesto una multa por decir palabrotas. Al no existir el término desreclamar, las cosas se complican mucho cuando desreclamas. Pues eso es lo que pasa con el sueldo de usted y con el mío, que pueden deshomologarlo todo lo que quieran gracias a que el verbo deshomologar no existe. Mala suerte. Si no existiera el verbo perder, tampoco se perderían las maletas, así que cualquier día lo prohíben. El vocabulario, en fin, es una conquista. Los políticos se han inventado el verbo homologar para ganar un pasta y el verbo liberalizar para subirnos la gasolina. Ahora deberíamos inventar nosotros un verbo para vengarnos. Pero no podemos porque nos faltan recursos lingüísticos. No es casual que estén quitando el latín y la literatura de las enseñanzas medias: lo hacen para que no aprendamos sutilezas como la de homologar y continuemos creyendo que pedir un aumento de sueldo es un atraco en tiempos de moderación salarial. Qué mundo.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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