La paz de los cementerios
Después de más de 100.000 muertes en siete años de enfrentamiento civil, la confirmación del desarme del brazo armado del Frente Islámico de Salvación y la excarcelación de los primeros presos islamistas abrió paso, hace ahora un año, a una primavera política en Argelia, coincidiendo con los primeros meses del mandato del presidente Abdelaziz Buteflika. El veterano combatiente contra los franceses y ex jefe de la diplomacia durante la edad de oro argelina en los años setenta pudo incluso ratificar su legitimidad popular, cuestionada en las elecciones de abril de 1999 por el boicoteo de todos los candidatos de la oposición, en un referéndum sobre la reconciliación nacional masivamente apoyado por los argelinos en el mes de septiembre.La Ley de Concordia Civil, cuyas medidas de perdón a los terroristas se mantuvieron en vigor hasta el pasado enero, apenas sirvió para que unos centenares de integristas armados abandonasen las armas. El propio Buteflika tuvo incluso serias dificultades para poder formar su primer Gobierno sin enfrentarse a los militares.
Por los demás, las cosas siguen su curso habitual en Argelia, en plena paz de los cementerios: un continuo goteo de asesinatos en zonas rurales mientras la crisis económica golpea con dureza en las ciudades; a los investigadores de la Federación Internacional de las Ligas de los Derechos Humanos -que acaban de denunciar la "impunidad" de los atroces crímenes que aterrorizan a los argelinos- les han colocado micrófonos en su hotel de Argel, y a la enviada especial del diario francés Libération, como a tantos otros periodistas, las autoridades han vuelto a denegarle el visado.
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