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EUROCOPA 2000La selección

Terapia paternal

"El gol es algo sencillo: chuto y gol", repitió ayer una y otra vez el seleccionador en el entrenamiento

Diego Torres

La visceralidad de José Antonio Camacho, su talante agresivo y respondón en muchas ocasiones, no se tradujo en reprimendas a sus jugadores después de la derrota ante Noruega. En el vestuario del estadio del Feyenoord, el seleccionador español exhibió su lado más paternal con los jugadores: "En el vestuario ni siquiera nos dijo que habíamos jugado mal, cuando eso era un hecho", comentó ayer un miembro de la plantilla. "Nos dijo que siguiéramos así, y que quedaban dos partidos por delante para pasar la eliminatoria".Al salir del campo, en Rotterdam, varios jugadores regresaron al castillo de Tegelen con sus novias o esposas. Ayer se los vio entrenarse con rostros descompuestos, cabizbajos. Camacho ordenó una práctica tranquila. Dividió al equipo en dos grupos: los titulares frente a Noruega -excepto Molina- y los suplentes.

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Los titulares apenas se ejercitaron. Hierro, Paco, Raúl, Salgado, Aranzabal, Fran, Etxeberria, Urzaiz y Valerón dieron algunas vueltas al campo de entrenamiento. Raúl clavaba la mirada en la hierba. Hierro trotaba con aire sufriente. Valerón bromeaba con Fran. Luego participaron en un rondo y estiraron los músculos. Guardiola se sentó sobre un balón y se rascó la barbilla. Como ausente. El capitán del Barcelona contempló los partidillos que organizó Camacho para los suplentes. El portero y tres contra tres en un espacio delimitado por dos porterías a unos 20 metros una de la otra. Abelardo, Sergi y Munitis hicieron un equipo, con Molina en la puerta. Helguera, Alfonso y Velasco, otro, con Casillas. Engonga, Gerard y Mendieta un tercer grupo, con Cañizares. En el medio se puso el seleccionador, intentando imprimir un poco de agresividad a unos futbolistas afectados por la derrota del día anterior.

El ejercicio fue concebido para entrenar el disparo a puerta. Para limar filigranas y resumir los movimientos que llevan al gol: un bien que últimamente escasea en la selección. "¡No hay que perder tiempo! ¡Estamos metidos en el área! ¡No hay que acomodarse tanto, hay que tirar, el gol es algo sencillo, y hay que tirar a puerta rápido, sin regatear a nadie, chuto y gol, chuto y gol...!", repitió Camacho durante media hora. El técnico se mostró más sombrío que otros días. Más pálido y con los ojos hinchados.

Trabajo con los porteros

Cañizares maldecía como un poseso cada vez que no podía parar un balón que se le metía por su perímetro de acción. Las venas de su cuello se le hinchaban y enrojecía. Se estiraba, se revolcaba. Del otro lado, su presunto competidor, Molina, se veía más tranquilo. Si fallaba, sólo fruncía el ceño. El portero del Atlético, a quien se atribuyó gran parte de la derrota contra Noruega, no parecía sentir que se esté disputando el puesto con Cañizares. Pero la situación que vive es, por lo menos, desagradable ante sus compañeros.

Ayer se lo vio en su línea, calmado. Excepto por un tic en el ojo derecho. Si en Cañizares el estrés se manifiesta en sus ojos abiertos como lupas, en Molina este tipo de expresiones apenas se perciben: un ligero temblor en el párpado derecho. Quienes lo agradecen son los centrales, cuya calidad de vida aumenta de forma directamente proporcional a la paz de espíritu que demuestran sus guardametas. Ahora sólo queda por ver si los jugadores agradecerán los mimos de Camacho, que ayer evitó criticar la poco vigorosa manera de jugar ante Noruega.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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