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EUROCOPA 2000La selección

"Es mi forma de jugar y moriré con ella"

"Toda la vida me había preparado para este momento, y voy, y en el primer partido la cago; por desgracia no tengo excusas",dice Molina

Diego Torres

En busca de un responsable visible que explicara la derrota de España ante Noruega, la prensa seleccionó a José Molina. Porque el portero salió a buscar un balón y perdió el duelo aéreo contra Iversen, que marcó el gol del triunfo de su equipo. Fue a buscar un balón a tierra ajena y, según los puristas, un portero no debe abandonar a esa distancia el área chica para pelearse por una pelota colgada. La regla general recomienda dejar que el central resuelva el cometido frente al delantero opositor. Y Molina lo sabe de memoria. Conoce la regla general y se hizo la pregunta: "¿Debí cumplir con la regla general o hice bien en salir a por ese balón, reclamándoselo a mis defensas?". Molina se hizo esa pregunta y otras muchas en el duermevela de la noche del partido. "Por la noche se me pasaron mil cosas por la cabeza, y hasta que no puse cada idea en su sitio no pude dormirme completamente", recordó. Pasaron horas antes de que el portero del Atlético, de 29 años, llegara a una conclusión que proclamó con una larga sonrisa. Ayer, el día después del partido, ante decenas de cámaras. Afiló la mirada y con una mueca ligeramente diabólica dijo que no se arrepentía de haber sido fiel a sí mismo: "Posiblemente no debí salir a buscar ese balón... Pero ésa es mi forma de jugar y moriré con ella".Molina es un rebelde que se enternece con el Is not unusual (to be loved), de Tom Jones. Un tipo hermético, sólido, cuya incapacidad de distorsionar la realidad con fantasías le hace parecer excéntrico. Si un compañero comete un error grave, no lo consuela: "Que se joda", afirma como si nada. Aunque le aprecie. Es consciente de que no hay más remedio para un profesional. Tampoco pide clemencia para él. Ni el consuelo de nadie cuando es él quien falla. No hay más remedio que tragarse el sapo, y asume que hacerlo en solitario es su deber. Sin la compasión ajena. Lo digiere y en los estados de emergencia se mueve con soltura. Hasta disfruta comprobando su propio temple. "Yo no soy un portero normal", parece decir. "No soy un portero vulgar". La desventura le sirvió para reafirmarlo. Para proclamar que lo suyo es el riesgo, como quien anuncia que lo suyo es la gloria: "Posiblemente cometí un error al buscar ese balón. Posiblemente debí quedarme debajo de los palos. Eso es lo que hacen los porteros normalmente, se quedan debajo de la portería. Pero yo no puedo. Yo necesito salir. Es mi forma de jugar, para bien y para mal. Es mi forma de jugar y yo moriré con ella".

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En un día en que casi ninguno de los jugadores españoles salió a dejar su marca en el partido, Molina decidió imprimir su sello hasta las últimas consecuencias. Murió intentándolo. Murió pidiendo el balón mientras bajaba del cielo, en una reacción de temeridad. "¡Es mía, es mía...!", le gritó a Paco mientras corría hacia la pelota. Luego su decisión le traería un fuerte dolor de cabeza. "Está claro que mis compañeros no creen que yo fui el culpable de la derrota, pero sé que he cometido un fallo importante y no tengo dudas en ese sentido. El sol no me cegaba, como se ha dicho. No tengo esa excusa, por desgracia. Veía perfectamente lo que hacía. La jugada fue clarísima. Vi el balón largo y quise cogerlo. Nunca habría salido hasta ese punto del área para rechazarlo con los puños porque habría sido peor".

De madrugada, al llegar al castillo de Tegelen, donde se concentra la selección, Molina no pudo conciliar el sueño con facilidad. A 140 kilómetros de Rotterdam, lejos del lugar de los hechos, lo primero que hizo al llegar a su habitación fue llamar a su amigo Aguilera, que le había dejado un mensaje en la recepción. "Luego estuve paseando un rato, viendo televisión...", recordó. "Y se me hizo largo hasta la hora de dormir. Porque este ha sido un golpe duro. Estoy jodido, evidentemente. Toda la vida me había preparado para este momento, y voy, y en el primer partido la cago". Uno de los alivios seguramente fue llamar a su mujer, que espera un niño. Quizá barruntaba que, al día siguiente, él sería más popular que el presidente del Gobierno.

"No me sorprende que se hable más de mí que de otra cosa. Es lógico que hoy yo sea más popular que Aznar. Ésa es la grandeza de este juego. Hasta los de El Gran Hermano habrán visto la jugada. Se la habrán puesto para que se enteren de algo de lo que pasa en el exterior", comentó. Parecía despreocupado. Como si estuviera convencido de que la guerra que debía librar para salir del bache fuera un asunto ya resuelto en su interior. "Quedan dos partidos y si ganamos, mi error quedará en nada. Además, creo que el mío fue un error puntual. Y dependerá del entrenador el ponerme o no en el futuro".

Ya sabe Camacho que si lo elige de nuevo, para enfrentarse a Eslovenia el domingo, habrá optado por un tipo especial. Quizá hoy Camacho sepa con exactitud de qué madera está hecho su portero. Que José Molina prefiere la gloria de afrontar el riesgo en campo abierto a la seguridad de la vida bajo el larguero.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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