_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El eje en movimiento

La cumbre bilateral de Maguncia ha venido a reflejar que Francia y Alemania vuelven a estar en sintonía y que de nuevo el eje franco-alemán puede marcar el rumbo de las reformas europeas que se han de completar en el Consejo Europeo de Niza, que pondrá fin, en diciembre, al semestre de presidencia francesa que se inicia en julio.Puede parecer un hecho significativo el que, ante la reforma de las instituciones, Francia haya aceptado darle un mayor peso a Alemania en el reparto de votos en el Consejo de Ministros de la UE, en razón de su mayor población (82 frente a 57 millones de habitantes), aunque quede por determinar la fórmula concreta de plasmarlo. Se rompe así el principio de la paridad en la representación de ambos países.

En realidad se rompió hace tiempo. Ya en el Parlamento Europeo, la Alemania unificada dispone, por el Tratado de Amsterdam, de 99 escaños frente a los 87 de Francia y otros países con similar peso demográfico. En el reparto de votos en el Consejo, Francia y Alemania habían acercado ya posiciones ante aquel tratado, en el que, sin embargo, el aspecto institucional se cerró en falso: había otras prioridades, y la ampliación al Este, que exige amplias modificaciones institucionales en la UE, estaba lejos. Aún lo está: con suerte, los primeros nuevos miembros se incorporarán en el año 2004 o 2005.

En este debate institucional, dos son los aspectos más significativos del acuerdo que se va anudando entre Alemania y Francia; por una parte, el impulso al principio de las "cooperaciones reforzadas", por las que unos Estados podrían integrarse más que otros en algunos campos. Aunque cargado de peligros -especialmente si se crea un directorio de los grandes en la UE-, parece la única forma lógica de compaginar la ampliación con pasos decididos para profundizar en la integración.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Por otra parte, Francia y Alemania parecen estar también más cerca en su impulso al euro de los Once -la reunión informal de ministros de Economía y Finanzas de los países que participan en la moneda única- como contrapeso político al poder monetario del Banco Central Europeo. La salida de Dominique Strauss-Kahn del Ejecutivo francés frenó este proyecto de desarrollo del embrión de un Gobierno económico europeo. La llegada de una personalidad política de peso como Fabius puede aportar un nuevo impulso.

El eje franco-alemán, que ya no es el único, siempre ha funcionado sobre la base de unos intereses cruzados. Tras años de parón, vuelve a ponerse en marcha, con Berlín acomodándose a las ideas francesas en materia de defensa, ya sea para el proyecto de avión de transporte militar Airbus A400M -al que, por cierto también se ha sumado desde Londres Tony Blair- o para el satélite de uso militar en el que insiste París. Hay pues quid pro quo entre ellos. Falta el cambalache con los demás, pues Berlín y París deben recordar que no están solos, y que en esta nueva UE, aunque son indispensables, no son suficientes.

Además, pese a las apariencias, París y Berlín no hablan el mismo lenguaje europeo. En una carta abierta publicada el sábado en Le Monde, el ministro francés de Exteriores, Hubert Védrine, advertía a su homólogo alemán Fischer de la inoportunidad de debates sobre un posible futuro federal cuando hay dificultades para acordar criterios sobre el número de votos de cada miembro o los criterios de mayoría cualificada.

Francia parece aferrarse aún a la vieja idea gaullista de la Europa de las patrias., mientras que Schröder se inclina por una mayor integración, aunque sólo sea porque comprende que el poderío alemán sólo podrá desarrollarse sin provocar temores si lo hace en un contexto general de mayor integración. Los pequeños -al igual que países medios como España- tendrán también mucho que decir. Pero justamente, si Berlín y París vuelven a intentar hablar con una sola voz, es porque no quieren dejarse comer el terreno por ejes excéntricos como el de Londres-Madrid.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_